Albania y Grecia llevan a gala compartir algunos de los paisajes más enigmáticos y hermosos de Europa. Algunos de estos lugares son los protagonistas en el minicircuito desde Albania al valle de las Meteoras, recorriendo las principales ciudades y lugares
característicos de la región.
Tirana
El desafortunado nombre -en su significado español- no describe en ningún momento a la capital de Albania. La ciudad fue en otro tiempo la sede de los gobernantes comunistas, pero con la incorporación a Europa, cada día se va occidentalizando para ofrecer mejores servicios a sus ciudadanos a los turistas que la visitan para
descubrirla.
La Torre de los relojes es un buen lugar para conocer el corazón de Tirana. En su entorno se despliegan los edificios más importantes, como la universidad, ministerios, parques…, además de ser epicentro de la vida pública. Desde allí es fácil encontrar el sendero que lleva a los principales mercados, donde degustar la gastronomía
albanesa, aprovechando el recorrido para comprobar la evolución de la urbe.
Struga y Ohrid (Macedonia)
Una de las características de este circuito por los balcanes es que permite recorrer un entorno paisajístico más allá de las fronteras políticas. Así los viajeros tienen la oportunidad de conocer Struga y Ohrid, dos pequeñas ciudades del vecino país de Macedonia, enclavadas en un idílico escenario natural y con una riqueza cultural apasionante.
Ohrid, a orillas del lago homónimo, cuenta con la distinción de ostentar el título de Patrimonio de la Humanidad. No solo por lo bien conservado de sus edificios centenarios, sino por encontrarse a orillas del lago más antiguo de Europa.
Las dos ciudades son solo un delicioso aperitivo de lo que queda por ver, y un aliciente para viajar a Macedonia en las próximas vacaciones.
Valle de las Meteoras (Grecia)
Sin más dilación, nuestros viajeros acceden al norte de Grecia y se encuentran con un paisaje sorprendente creado con posterioridad a la Edad Media y que son el símbolo de una región, el Valle de las Meteoras.
Kastoria es la primera parada en la ruta. Conocida como “La ciudad de las 100 iglesias”, en la actualidad se conservan la mitad de ellas. Algunas, tal y como eran en sus orígenes, siendo una representación exquisita de la arquitectura ortodoxa y de los
frescos que decoran sus paredes. A esto se suma el idílico paisaje montañoso entorno al cercano lago.
En Kalambaka se aprecian las primeras meteoras. Esta palabra en griego significa que pende del cielo. En realidad se trata de formaciones rocosas que se levantan verticales en el entorno del valle. En el siglo XVII varios ermitaños ortodoxos escogieron las
cuevas que las circundan para habitarlas, lo que posteriormente dio lugar a los monasterios que abunda en muchas de ellas y que aún hoy están habitados. El monasterio de san Nicolás de Metsovo es uno de los más representativos de la arquitectura y decoración bizantina, aunque no se encuentra sobre una meteora, sino que se yergue sobre una colina. No obstante, su importancia arquitectónica y artística
la han incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad. La ciudad otomana de Gjirokastra también ostenta un lugar entre los sitios Patrimonio de la Humanidad. En esta ocasión volvemos a Albania para recorrer una villa milenaria forjada en piedra. Muy cerca se encuentra la próxima parada del itinerario, Berat, una de las ciudades albanesas con más historia, como lo atestiguan sus 2400 años. Calles empinadas suben desde el río a la parte alta de la ciudad, permitiendo recorrer la tradición de la villa y sus encantos arquitectónicos, que casan con el paisaje que preside.