Arte al aire libre
El Muro se convirtió en un logotipo de la ciudad pero también las pinturas que lo decoran. El mundo del graffiti en Berlín ocupa desde puertas de garajes hasta grandes fachadas de edificios, y los berlineses están orgullosos de ello. De hecho, el graffiti que representa el beso entre el exjefe de Estado de la Unión Soviética y el Presidente de la República Democrática Alemana es el segundo lugar más visitado de Berlín. Si se dispone de tiempo es aconsejable apuntarse a alguna de las rutas que recorren las obras más impresionantes de este arte, algunas de ellas protegidas por la Administración.
Hamburguesas itinerantes
Una de las modas gastronómicas que imperan en Berlín es comer hamburguesas en los puestos callejeros. Los grandes restauradores le han visto el filón. Paseando por las calles de la ciudad es posible probar deliciosas hamburguesas, receta de algún prestigioso chef, que se ofrecen en puestos ambulantes con gran acogida por propios y extraños. Una manera original de tomar un tentempié y disfrutar de la gastronomía berlinesa.
Atardecer sobre el río Moldava
Después de un día de paseos por entre los magníficos tesoros de Praga, cuesta volver a sorprender, pero es posible. Cuando el sol comienza a declinar es el momento de subir en funicular al Monasterio de Strahov, sobre la colina de Petrin. El conjunto sagrado es una de las visitas imprescindibles, entre cuyos tesoros hay una biblioteca ingente en la que se custodian numerosos incunables. Pero lo más impresionante es ver el atardecer y como los edificios y torres se tornan de color ocre mientras despiden al sol. Una réplica de la torre Eiffel de París acompaña y ofrece las mejores vistas sobre la ciudad.
Comer con cerveza
La cerveza es uno de los manjares de la capital checa. En la Ciudad Nueva, entre músicos y pintores, aparecen tabernas en las que elaboran sus propias cervezas. La cervecería y museo “U Flecku” es una de más antiguas, elaboran el preciado líquido desde el siglo XV. La cerveza praguense es uno de los mejores aliados para disfrutar de los sabrosos y abundantes platos checos, entre los que destacan las parrilladas de carne, la sopa de cebolla, el cerdo con col y las salchichas.
Mercadillo navideño
La Navidad es la mejor fecha para visitar las capitales europeas. En Praga las calles nevadas en las que se apostan artistas de todos los géneros dan cabida a los tradicionales mercadillos navideños.
En la ciudad hay varios mercadillos que abren por Navidad. El más antiguo y emblemático es el que se levanta bajo el Reloj Astronómico del ayuntamiento. Aunque también el de la plaza de Wenceslao es digno de visitar.
Los puestos de los mercadillos de Navidad ofrecen todo tipos de productos de artesanía. Los juguetes de madera para regalar a los más pequeños de la casa son las estrellas junto a las marionetas. Aunque para los mayores también hay delicias tanto gastronómicas como artísticas. Los maestros del vidrio exponen sus delicadas piezas hechas en los hornos tradicionales del barrio judío; mientras los aromas del vino caliente y el «grog», una bebida muy apreciada por los praguenses, inundan la atmósfera.
En la calle Havelská el mercadillo de Navidad rivaliza con el mercado permanente, el más antiguo de Praga. Allí las figuras para el belén y los dulces típicos de la República Checa se venden junto a productos locales, ofreciendo una policromía de sensaciones.
La Fiesta de la Isla del Danubio
A finales de junio se celebra el Donauinselfest. Cuenta con varios escenarios donde se hacen representaciones teatrales y musicales. Además de ser la mejor muestra de la gastronomía austriaca, con más de 250 puestos ofreciendo especialidades culinarias. La franja de isla artificial alberga todo el año espectáculos y zonas de ocio, así como actividades deportivas y culturales muy variadas. Un buen lugar para conocer la idiosincrasia de los vieneses.
Un café en Viena
En Viena hay muchos lugares para tomar café y probar su deliciosa repostería. Estos establecimientos siempre han sido muy valorados por los austriacos y en ellos era posible encontrarse con grandes personajes de las letras y la cultura. En cualquiera se puede degustar la deliciosa tarta Sacher, pastas y bombones dejándose acompañar por un café «kaiser melange» con yema de huevo, coñac y un toque de miel.
Mercadillos navideños
Desde noviembre hasta el final de la Navidad Viena se transforma. Las plazas y calles se llenan de puestos que ofrecen dulces y el ambiente huele a ponche y vino caliente. Los mercadillos navideños conquistan la ciudad.
La plaza del Ayuntamiento, Rathausplatz, acoge el mayor y más antiguo mercadillo navideño de Viena. Abetos naturales y artificiales, figuras de papá Noel, escenas del belén, repostería... son algunos de los productos que se pueden comprar en sus decenas de puestos. La fachada del Ayuntamiento y de los edificios colindantes se visten de luces y color. Mientras en el interior de la casa consistorial se ofrecen talleres para hacer velas y conciertos de coros.
En las afueras de Viena, en el Palacio de Schönbrum (que es digno de visitar), se celebra otro de los mercadillos navideños. En este los puestos tienen sobre todo artículos de artesanía, decoración, joyería y elementos para decorar en Navidad, todo hecho a mano.
Aún quedan cuatro mercadillos navideños importantes, aparte de los que hay en los barrios periféricos. De ellos el de la céntrica plaza de San Esteban, bajo la Catedral, ofrece un puñado de puestos de gran interés. Suele escapar de las bullas de los turistas, por lo que es muy apacible y sosegado.
Roma no es solo arte y monumentos. Roma es gastronomía, cultura y vida.
La gastronomía romana es famosa en el mundo entero. Las pizzerías abundan por las calles de la ciudad. Se pueden escoger típicas pizzas de panaderías o pizzas rellenas. Para los romanos la pizza rellena de mortadela, «mortaza», es un bocado exquisito. Pero si se es amante de los quesos no se puede pasar sin probar el «supplì al teléfono», un manjar cotidiano en la vida de la ciudad elaborado con arroz y «mozzarella», lo del «teléfono» viene de la forma de hilos que toma el queso al comerlo. Y para terminar, un postre que vuelve loco a pequeños y mayores, un tradicional helado italiano, elaborado artesanalmente siguiendo recetas transmitidas de generación en generación.
El café expreso es otro de los tesoros gastronómicos de los que se puede disfrutar en la ciudad italiana. Entre los romanos existe la costumbre de tomarlo solo y muy cremoso. Tomar un café en una de las terrazas de la ciudad es una experiencia muy gratificante, un modo de observar la vida de los ciudadanos de esta joya que es la ciudad de Roma.
Las islas venecianas
Frente a la plaza de san Marcos, a un paseo en barco, está la isla de san Giorgio Maggiore. Un tranquilo monasterio alejado del bullicio del turismo. En la isla no hay alojamientos, pero es un lugar único desde el que contemplar el canal de entrada desde la laguna. Además el campanario del monasterio tiene unas excelentes vistas sobre Venecia, con las columnas de san Marcos como protectoras.
Al otro lado de la ciudad, merece la pena visitar las islas de Murano y Burano. Dedicadas cada una de ellas a la artesanía: al vidrio y los encajes respectivamente. En sus tiendas se pueden obtener verdaderas joyas elaboradas de forma tradicional. Una forma original de llevar un trozo de Venecia.
Navegar por la Laguna
Venecia es un archipiélago interior. Cuatrocientos puentes unen 117 islas. Aunque uno de los mayores atractivos es la Laguna de Venecia. En ella hay una explosión de naturaleza. Plantas y aves son los acompañantes en un paseo que muestra la imagen misma que vieron los primeros colonizadores de la región.
Un paseo por la Laguna permite pasar próximo al cementerio de Venecia, al que está dedicada íntegramente la isla de san Miguel. Aquí guardan descanso eterno numerosas personalidades venecianas, italianas, pero también almas que extranjeras que quedaron para siempre amarradas a la «Ciudad de los canales».
Al igual que otras muchas ciudades europeas, Berlín nació junto a un río hace casi 800 años. Su imagen actual es el resultado de una pasado con menos claros que oscuros con el que los berlineses son críticos y aceptan como parte de lo que son. La capital alemana hoy en día es una ciudad cosmopolita donde abunda la cultura. Los conciertos, teatros y conferencias son la tónica general en una metrópoli con más de cien teatros y una oferta cultural para todos los gustos. Una ciudad ideal para recorrer a pie, bicicleta o autobús mientras se conocen siglos de convulsa historia y se disfruta de la idiosincrasia alemana.
Un paseo de la mano del Spree
El Spree es el río que cruza la ciudad y en cuya orilla se asienta el núcleo fundacional. Un paseo por Berlín bien puede empezar por el parlamento, Reichstag. Edificio del que destaca su cúpula de cristal, desde la que se pueden ver las sesiones plenarias. Una idea del arquitecto Norman Foster. El parlamento se enmarca en el Tiergarten, un antiguo coto de caza de reyes que hoy día es un importante pulmón de la ciudad alemana, además de un punto de encuentro de los berlineses con ellos mismos y con la cultura, gracias a la abundancia de teatros y museos.
Al casco antiguo se accede por la Puerta de Brandenburgo. De ella destaca la colosal escultura de la diosa de la Victoria sobre una cuadriga de impetuosos caballos. En la plaza, una hilera de adoquines marca el lugar que en otro tiempo ocupó el Muro de Berlín. Los pocos retazos que quedan del «muro de la vergüenza» son hoy reliquias y testimonio del pasado. Una memoria que se puede comprender mejor visitando el Memorial y Museo del Muro de Berlín.
Atravesando los arcos se accede a la avenida Unter den Linden, «Bajo los Tilos». Un museo de arquitectura cuyas obras son los edificios emblemáticos que ocupan las embajadas, administración pública, Academia de arte, lujosos hoteles... Al final de la avenida espera la Isla de los museos. Un enclave comunicado por bellos puentes en los que se conservan algunos de los mayores tesoros egipcios y romanos.
La orilla opuesta guarece al casco medieval de Berlín y da paso a los barrios más modernos de la capital. La plaza Alexanderplatz es una muestra del nuevo Berlín. Una plaza cosmopolita donde hay representación de multitud de firmas de moda y el mejor mirador para ver Berlín desde el cielo. La torre de comunicaciones, con sus 368 metros de altura, muestra una interesante estampa.
Sobre Praga
Decía Kafka, uno de los ilustres hijos de la capital checa, que Praga lo tenía en sus garras y no lo dejaba escapar. Algo así es lo que le pasa a quién visita Praga por primera vez, que ya no puede escapar de sus garras, de sus encantos arquitectónicos y gastronómicos que conforman un todo sin igual en Europa.
Un puente para gobernarlos a todos
De entre los diez puentes que sobrevuelan el río Moldava, el puente de Carlos IV es la más preciada joya de la ciudad. Este, que fue el primero, es una galería de arte en sí. Sus quinientos metros de pasarelas están custodiados por una treinta de advocaciones marianas y varios santos. La estatua de san Juan Nepomuceno es la más venerada por los praguenses, quienes piden sus deseos apoyando la mano izquierda sobre el pedestal. Pero el puente además es una galería de arte para los pintores aficionados que exponen sus obras al son de músicos de cuyos instrumentos salen las notas que compusieron los grandes como Mozart o Bach. Con este puente el emperador pretendía someter a las dos orillas de la ciudad bajo un mismo gobierno.
Una ciudad, dos orillas
Hacia el este, tras dejar atrás la torre que vigila los pasos de quienes cruzan el viaducto, la Ciudad Vieja abre sus puertas. Tomando un café en la plaza del Ayuntamiento se puede contemplar el ejército de apóstoles que cada hora desfilan en torno al Reloj Astronómico. Muy cerca el barrio judío con su emblemático cementerio, donde es costumbre pedir un deseo al tiempo que se deja una piedra en la tumba del rabino Löw. Museos y sinagogas son los tesoros que dan testimonio multicultural de Praga.
En la orilla oeste el barrio de Malá Strana es un museo de la arquitectura barroca. El Palacio Real con sus jardines, el Callejón del Oro y la Catedral de san Vito, donde se puede venerar el Niño Jesús de Praga, son las muestras más representativas. Sin olvidar el Castillo que fue origen de la ciudad de las cien torres.
Si hay una ciudad ideal para disfrutar con todos los sentidos esa es Viena. La capital de Austria es música, gastronomía, olores y monumentos. Para muchos la más clásica de las ciudades europeas. Sus insignes ciudadanos le han legado una herencia cultural sin igual. Mozart, Beethoven, Freud, Sisí... son solo algunos de los personajes que han colaborado a remarcar a Viena en el mapa.
Un paseo por el centro de Viena
Para conocer y disfrutar Viena lo mejor es seguir una ruta por sus monumentos más importantes. El palacio de Hofburg es un buen lugar para empezar. Su fachada abre los brazos invitando a entrar a una de las maravillas de la ciudad. El complejo acoge las dependencias de los Habsburgo, la imponente Biblioteca Nacional y el Museo de Isabel de Bulgaria, Sisí Emperatriz. En el recorrido por las salas del palacio abundan los muebles estilo Luis XV y una valiosa colección de objetos de plata. La Escuela Española de Equitación está en un edificio adyacente, ofreciendo espectáculos donde los caballos danzan al son de la música clásica.
Junto al palacio Hofburg, presidida por la Josefsplatz, se alza la Biblioteca Nacional. Sus libros son un tesoro, especialmente las cartas, mapas antiguos e incunables. Pero el edificio no es menos: una sala de ochenta metros de largo y veinte de alto. Un pasillo superior recoge todo el perímetro. El conjunto conforma una de las joyas más impresionantes del barroco en Viena.
Los vastos imperiales
Varios museos más completan las instalaciones a los que se les puede dedicar todo el tiempo de que se disponga y no será suficiente para disfrutar de todas sus obras. De camino hacia el ayuntamiento se puede hacer una parada en el parque Burggarten, donde hay un magnífico edificio homónimo del que sorprenden sus escaleras. Además se puede tomar un café en la Casa de las Mariposas.
La avenida Ringstrasse se puede pasear en tranvía, observando una panorámica de la ciudad y sus edificios más emblemáticos. Desde allí es aconsejable tomar un autobús a Schönbrunn, situada en las afueras. Este complejo que hacía las veces de residencia de verano es la mayor expresión del poder imperial. Destaca el Museo de las carrozas, que muestra la colección de coches que utilizaba Sisí. Además de contar con un invernadero que recrea un clima tropical y el zoológico más antiguo del mundo.
Pasear por la historia
Roma, la ciudad eterna, sede y capital del mayor imperio conocido por el hombre. Roma es uno de los cuatro destinos más visitados del mundo junto a Londres, París y Nueva York. Una ciudad que no necesita presentación, cada rincón, cada calle, cada edificio ha sido testigo del esplendor de un imperio y de la decadencia de una era. Hay cientos de motivos para visitar Roma: su arquitectura, su historia, su romanticismo, su belleza…
Decir Roma es hacer referencia a su pasado. El imponente coliseo, donde gladiadores y fieras se jugaban la vida para entretener al pueblo, es un excepcional punto de partida para conocer la ciudad, sus rincones y sus leyendas. Imaginar las gradas llenas de gente ávida de espectáculo es un motivo suficiente para visitar la ciudad que fue el centro del mundo conocido. No muy lejos de allí el Circo Máximo fue el escenario donde perdieron la vida miles de cristianos. La ciudad que hoy en día es el centro de la Iglesia, fue la misma que la prohibió y luchó contra su proliferación. De aquí a las catacumbas, a las que se puede acceder desde varias iglesias, permiten recorrer el centro de la ciudad por sus entrañas en lo que constituye una red de comunicaciones y un cementerio para los seguidores de Jesús.
La vida de la ciudad se desarrollaba en el foro. Un lugar en el que se puede conocer cómo estaban distribuidas las casas de los antiguos romanos y cómo eran sus principales edificios. Pero Roma también es arte. Las iglesias cristianas de Roma albergan un museo de obras escultóricas y pictóricas sin igual. Pequeños y grandes templos distribuidos por toda la ciudad ofrecen en su interior maravillas que en su día salieron de los talleres de Rubens, Bernini, Miguel Ángel y cientos de artistas que son una referencia mundial hoy en día.
Pasear por las calles y plazas romanas es una experiencia que marca a todo visitante de la ciudad eterna. El Panteón, el Capitolio o la Fontana de Trevi, son algunas de las maravillas que dan encuentro a cada paso. Roma conforma un conjunto arquitectónico sin igual, al que se suma la Ciudad de Vaticano.
El Vaticano es una razón más para visitar Roma. Los Museos Vaticanos rebozan arte por todas sus salas, siendo la Capilla Sixtina la obra cumbre de conjunto. La Basílica de San Pedro y la plaza homónima son una visita imprescindible, un ejemplo mayúsculo del arte romano, un tesoro más de la ciudad.
Venecia es una ciudad evocadora. La meta de todo viajero. El portal de las melosas lunas de miel de novios de toda Europa. Una ciudad entre la tierra y el mar. Un destino que no deja indiferente.
Navegar con botas de agua
Hay dos modos de conocer Venecia: caminar o navegar. Venecia es una de las mejores ciudades para conocer a pie. La ausencia de tránsito rodado hace que los paseos sean tranquilos y placenteros. Basta con calzar unas botas de agua por si sube la marea, especialmente en entre noviembre y enero, y a caminar se ha dicho. Por las aceras que bordean los canales venecianos hay multitud de indicaciones para llegar a los lugares imprescindibles de la ciudad. Aunque lo mejor que le puede pasar al viajero que la visita es perderse por sus barrios. Por eso para conocer Venecia hay que estar dispuesto a andar.
Pero también se puede conocer Venecia navegando. Son centenares las tradicionales góndolas y «vaporetto» (autobuses de línea flotantes) que ofrecen sus servicios a propios y extraños para conocer Venecia desde sus aguas.
Venecia imprescindible
La Plaza de san Marcos es un punto de partida muy adecuado para comenzar una visita por Venecia. Es la estampa más conocida. Con sus dos columnas, símbolo de la ciudad, que son el pórtico de entrada a esta joya de la arquitectura y el arte italianos. San Marcos es en realidad la única plaza de Venecia. Tiene esa distinción. El resto son meros «campo». Lo ideal es amanecer en la plaza. Tomar un café a primera hora de la mañana, cuando aún no han llegado los turistas y la plaza comienza a despertar.
La basílica homónima y el campanario que gobierna la plaza constituyen las visitas imprescindibles de san Marcos. El templo es de estilo bizantino, colaborando con el mosaico de fachadas y estilos que miran al mar.
La confluencia del Gran Canal y el Canal della Giudecca fue el lugar elegido para erigir el Palacio Ducal. Este edificio fue en otro tiempo sede de la república veneciana y prisión. Un edificio gótico que muestra su fachada blanca y rosada como un rostro que se sonroja por las miradas de los visitantes.
El Gran Canal es la arteria principal de Venecia. Cuatro kilómetros de aguas navegables que riegan el entramado de calles adyacentes. A los bordes del canal decenas de góndolas esperan costado contra costado. De ellas las «traghetto» son las que se ocupan de cruzar a los viandantes de una orilla a otra. Servicio muy útil dado que el Gran Canal solo se puede cruzar a pie por tres puentes históricos.
El puente de Rialto es el más antiguo y emblemático de Venecia. Junto al puente están los mercado más importantes de la ciudad. Ciudad que en otro tiempo albergó algunos de los mejores maestros curtidores y perfumistas de toda Italia. Y que hoy día es un museo al aire libre de arte y arquitectura, de sensaciones y emociones.