Italia, un gran lugar para viajar.
Italia es conocida popularmente como uno de los destinos de Europa más sofisticados. Abarca una superficie de 301.230 kilómetros cuadrados e incluye las islas de Cerdeña y Sicilia. Se trata de una península montañosa en el sur de Europa se extiende en el mar Mediterráneo, el punto más alto es el Mont Blanc, en el norte.
A pesar de diez años de lucha para estar unidos en el pasado, existen dos Italias Se conocen como el norte próspero y desarrollado y el sur agrícola y de menor desarrollo. Su polémica se produjo en un momento en que el Reino de Nápoles y Sicilia se encontraba en su punto más débil, mientras que el norte de la ciudad estaba en pleno apogeo.
A pesar de su arte y arquitectura rica y magnífica, no hay razón para dejarse intimidar. Su gente es muy hospitalaria y rara vez son indiferentes. Cientos de fiestas locales se celebran en todo el país en un día cualquiera para celebrar un santo o una cosecha local, incluyendo el ritual doméstico diario de passeggiata, un paseo por la noche colectiva celebrada por los jóvenes y viejos, por igual, en las ciudades y pueblos de todo el país. Si hay una característica especial nacional, es que los italianos son conocidos por saber cómo vivir la vida al máximo.
Recorre Suiza en circuitos en bus visitando los principales lugares del país alpino. Suiza se localiza en el centro de Europa, con una orografía plagada de valles y montañas que le confieren una singular estampa, y con un clima que favorece a la exuberante naturaleza del país.
Con más de ocho millones de habitantes, Suiza es al mismo tiempo uno de los países más ricos del mundo y uno de los más acogedores. Su posicionamiento de neutralidad política ha favorecido que las principales organizaciones mundiales tengan sedes en Zurich, Ginebra o Lugano. Tres de las ciudades más importantes del país, que conservan el encanto premedieval en las edificaciones de los respectivos cascos históricos, en los que abren sus puertas tiendas centenarias, como las bombonerías.
Suiza cuenta con un atractivo añadido de primer nivel, sus estaciones de esquí. La estación de esquí de Lötschental, por ejemplo, se encuentra sobre un glaciar, siendo un aliciente más para conocer la naturaleza y paisajes de un entorno que deja sencillamente asombrado a los viajeros que tienen la suerte de recorrer la carreteras suizas en busca de los miradores, pueblos y paisajes más bellos del centro de Europa.
París, un nombre tan pequeño para una ciudad tan grande. No importa cuantas veces se haya visitado París, siempre hay algo por descubrir. París es una ciudad de película que engatusa y enamora. Una ciudad que se puede disfrutar tanto de día como de noche. Una ciudad que nunca cansa al visitante.
Siempre hay una primera vez
Descubrir parís por primera vez es un rito iniciático que se puede comenzar en muchos lugares de la ciudad. Pero probablemente lo mejor sea comenzar por sus orígenes. Por la Ile de la Cité. La isla que el Sena atrapa y defiende como un cinturón de castidad guarda la virginidad de una moza. Es el escenario idóneo para comenzar a conocer la «ciudad del amor».
En París no hay que tener prisas. Lo mejor es escoger una de las cafeterías que surgen en torno a la Catedral de Notre Dame y dejarse acompañar por un sabroso crepe. Esta es una costumbre muy extendida entre los parisinos. Las sillas de las terrazas no se colocan enfrentadas, sino mirando a la calle. Lo que deja entrever la idiosincrasia de París. En la isla los sauces acarician el Sena mientras los barcos cargados de turistas recorren la columna vertebral de la ciudad. La Catedral y la Sainte Chapelle son las dos joyas religiosas de la isla. Junto a esta la Isla de san Luís también alberga sus propias joyas.
París no se puede acaparar de una vez. Hay que disfrutar cada detalle. Pararse en los puestos de libros de segunda mano que flanquean al Sena. Recrearse con los artistas locales que surgen por las calles más turísticas. Contemplar la magnificencia de sus parques, avenidas y museos.