ITINERARIO DEL PROGRAMA
Día 1: COSTA DEL SOL / TARIFA / TÁNGER / FEZ -160 kms. España + 399 kms. Marruecos- (CENA).
Traslado desde los diferentes puntos de recogida en la Costa del Sol hacia Tarifa. Embarque en ferry desde Tarifa hasta Tánger. A la llegada, espera nuestro guía marroquí de habla hispana que acompaña durante todo el recorrido. Salida hacia Fez vía Larache, una de las capitales del protectorado español. Llegada al final de la tarde. Cena y alojamiento en el hotel.
Día 2: FEZ (MP).
Desayuno. Visita de la ciudad fundada en el siglo VIII por Idriss I, considerada como el centro religioso y cultural del país, y una de las 4 capitales imperiales de Marruecos. Durante esta visita se realiza un recorrido caminando varias horas por los lugares más emblemáticos como son los exteriores del palacio Real, el barrio judío y la gran medina, a la que se accede por la famosa puerta de Bab Bou Jeloud, teniendo la posibilidad de vivir una vuelta al pasado en una parte de la ciudad que aún vive cerca de la Edad Media. Murallas que protegen su interior formado por cientos de callejuelas laberínticamente organizadas donde los clientes podrán vivir mil olores y sabores en este lugar considerado Patrimonio de la Humanidad. Cena y alojamiento en el hotel.
Día 3: FEZ / RABAT / MARRAKECH -530 kms.- (MP)
Desayuno. Salida hacia Rabat, capital diplomática y administrativa de Marruecos, para visitar los lugares más emblemáticos de esta ciudad como son los exteriores del palacio Real, el mausoleo de Mohamed V y la torre Hassan. Continuación hacia Marrakech. Llegada al final de la tarde. Cena y alojamiento en el hotel.
Día 4: MARRAKECH (MP)
Desayuno. Visita de la ciudad llamada "Perla del Sur”, que comienza en los grandiosos jardines de la Menara, que cuentan con un pabellón lateral e infinidad de olivos. Después, visita exterior del minarete de la Koutoubia, hermana gemela de la Giralda de Sevilla. Una vez dentro de la parte antigua de la ciudad, se realiza la visita al palacio de la Bahía, propiedad de un noble de la ciudad. Finalmente, llegada a la plaza Jemaa el Fna, uno de los lugares más interesantes de Marruecos desde donde se accede a los zocos y la medina. Gremios de artesanos de madera, cerámica, peleteros o especieros, serán algunos de los lugares que se visitarán. Una vez terminada la visita, almuerzo en el hotel. Tarde libre. Alojamiento en el hotel.
OPCIONAL: Cena típica Fantasía Chez Ali bajo tiendas kaidales (excursión a contratar directamente al guía).
Día 5: MARRAKECH (MP)
Desayuno. Día libre en Marrakech. Cena y alojamiento en el hotel.
OPCIONAL: Posibilidad de realizar una excursión a los pueblos bereberes del Alto Atlas en las cercanías de Marrakech (excursión a contratar directamente al guía).
Día 6: MARRAKECH / CASABLANCA -245 kms.- (MP)
Desayuno. Salida hacia Casablanca, corazón cosmopolita, industrial y económico de Marruecos, para realizar una visita panorámica de los lugares más emblemáticos de esta ciudad como son los exteriores de la mezquita Hassan II, el boulevard de la Corniche o la plaza de las Naciones Unidas. Cena y alojamiento en el hotel.
Día 7: CASABLANCA / TÁNGER / TARIFA / COSTA DEL SOL -345 kms. Marruecos + 160 kms. España- (DESAYUNO)
Desayuno. Salida hacia Tánger. Llegada a Tánger. Traslado al puerto para embarcar en ferry hacia Tarifa. A la llegada, continuación hacia la Costa del Sol.
IMPORTANTE:
El orden de las visitas puede variar, pero manteniendo siempre el contenido del viaje.
En salidas inferiores a 10 personas no habrá guía acompañante, se tendrá conductor + guía local de habla hispana en las visitas.
Recorrer Marruecos con el Circuito Ciudades Imperiales desde Costa del Sol es mucho más que un viaje: es un salto a otro mundo, un paseo entre historia, cultura, aromas y paisajes que despiertan todos los sentidos. Desde que partimos de la luminosa Costa del Sol rumbo a Tarifa, y el ferry corta las aguas del Estrecho hacia Tánger, sé que algo mágico comienza. La luz cambia, los colores se intensifican, y el aire huele a especias y aventura.
A nuestra llegada a Marruecos, nos recibe el guía marroquí de habla hispana, quien nos acompañará durante todo el recorrido, asegurándose de que cada experiencia sea inolvidable. Cuando el grupo supera los diez participantes, también nos acompaña un guía acompañante, siempre atento a cada detalle: desde ayudarnos a elegir dónde almorzar hasta orientarnos en la compra de un recuerdo especial. Saber que contamos con él en todo momento nos da una sensación de seguridad y cercanía que hace el viaje aún más cómodo.
Fez, el alma espiritual de Marruecos
La primera gran parada del Circuito Ciudades Imperiales desde Costa del Sol es Fez, una joya histórica que parece detenida en el tiempo. Fundada en el siglo VIII, Fez es un laberinto vivo de callejuelas, aromas y sonidos. Entrar por la puerta de Bab Bou Jeloud y adentrarse en su medina —la más grande del mundo islámico— es como viajar siglos atrás.
Acompaño al grupo por los exteriores del Palacio Real, donde las majestuosas puertas doradas brillan bajo el sol, y por el antiguo barrio judío (Mellah), testimonio del rico pasado multicultural de la ciudad. La medina de Fez es un hervidero de vida: burros cargando mercancías, talleres de cuero y metal, tintoreros trabajando con colores imposibles, y un sinfín de tiendas donde el regateo es parte de la diversión.
Para los almuerzos, recomiendo adentrarse en pequeños restaurantes tradicionales. La pastela de pollo con almendras y canela, los tajines de cordero con ciruelas, o un buen cuscús de verduras son manjares que no se olvidan. Los aromas de comino, cilantro y azafrán flotan en el aire, invitando a probarlo todo. Y para quienes disfrutan de los dulces, las chebakias y el té a la menta son imprescindibles.
Los recuerdos aquí son únicos: cerámica azul de Fez, babuchas de cuero, o perfumes elaborados artesanalmente. Siempre aconsejo dedicar un rato a charlar con los artesanos, guardianes de técnicas ancestrales transmitidas de generación en generación.
Rabat, elegancia y calma junto al Atlántico
El viaje continúa hacia Rabat, capital administrativa y política de Marruecos, una ciudad elegante, ordenada y bañada por la brisa del océano. Paseamos por los exteriores del Palacio Real, el Mausoleo de Mohamed V, un ejemplo exquisito de arte alauita, y la majestuosa Torre Hassan, inacabada pero imponente.
Mientras caminamos por la Kasbah de los Oudayas, con sus casas azules y blancas que miran al Atlántico, cuento una anécdota que siempre despierta sonrisas: según dicen, los marineros españoles que naufragaban en esta costa eran acogidos por los habitantes de la kasbah, quienes les ofrecían té y pan caliente antes de ayudarlos a regresar. Esa hospitalidad se mantiene viva hoy en cada sonrisa marroquí.
Rabat invita a disfrutar de un almuerzo con sabor a mar. Propongo un tajine de pescado con limón confitado y aceitunas, o unas brochetas de sardinas fresquísimas frente al puerto. Para quienes buscan recuerdos, los zocos de Rabat ofrecen alfombras tejidas a mano y preciosos trabajos de madera tallada.
Marrakech, el corazón vibrante
Nada prepara al viajero para el impacto de Marrakech, la llamada Perla del Sur. Es un estallido de color, sonido y vida. Visitamos los Jardines de la Menara, con sus olivos centenarios y su estanque reflejando el Atlas nevado al fondo. Desde allí, contemplamos el Minarete de la Koutoubia, hermana gemela de la Giralda sevillana, y luego nos adentramos en el Palacio de la Bahía, una obra maestra de mármol, azulejos y patios fragantes.
Pero el alma de Marrakech está en la plaza Jemaa el-Fna, un escenario vivo que cambia con las horas. Por la mañana, los encantadores de serpientes y contadores de historias. Al caer la tarde, el aire se llena de humo de parrillas, música de tambores y el murmullo de cientos de visitantes. Recomiendo perderse por los zocos, entre los gremios de orfebres, especieros, curtidores y talladores de madera. Cada rincón ofrece un descubrimiento.
Aquí, los almuerzos libres son un placer. Nada como sentarse en una terraza a degustar un tajine de cordero con albaricoques, un cordero mechoui, o simplemente unas brochetas con pan moruno y té a la menta.
En las cenas incluidas del circuito, disfrutamos de menús cerrados, servidos en mesa para todo el grupo. Esto fomenta la convivencia y nos permite intercambiar experiencias, risas y anécdotas de cada jornada.
Una noche especial es la opcional en Chez Ali, un espectáculo bajo tiendas caidales con danza del vientre, folklore bereber y una cena típica que parece sacada de “Las Mil y Una Noches”. Siempre hay quien se anima a bailar bajo las estrellas.
Casablanca, modernidad y mar
Nuestra última parada es Casablanca, la ciudad más cosmopolita y moderna del país. Realizamos una visita panorámica por sus avenidas y barrios elegantes, destacando los exteriores de la Mezquita Hassan II, una de las más grandes del mundo y símbolo del Marruecos contemporáneo.
Paseamos por el boulevard de la Corniche, frente al Atlántico, donde los cafés y restaurantes miran al mar. Aquí suelo recomendar un almuerzo con marisco fresco o un tajine de langostinos, disfrutando de la brisa marina.
Casablanca también es ideal para las últimas compras: aceite de argán, caftanes, lámparas de hierro forjado o juegos de té de plata. Cada objeto cuenta una historia, y llevarlos de vuelta es como traer un pedazo de Marruecos en la maleta.
Un viaje que se queda en el alma
El regreso hacia Tánger y el ferry de vuelta a la Costa del Sol siempre tiene un toque de melancolía. Después de tantas experiencias, paisajes y sonrisas, Marruecos deja una huella profunda. El Circuito Ciudades Imperiales desde Costa del Sol no solo muestra los tesoros de Fez, Rabat, Marrakech y Casablanca, sino que revela el alma de un país lleno de vida, historia y hospitalidad.
Como guía acompañante, puedo decir que cada viaje es distinto, cada grupo tiene su propia energía, y cada viajero regresa transformado. Marruecos no se visita, se vive.
__ Frank Travel