Oslo es la puerta de entrada a Noruega. En lo más septentrional del fiordo de Oslo se encuentra esta ciudad moderna y acogedora que ha sabido reparar miles de años de historia y conservarlos para ofrecerlos a los visitantes y ciudadanos que disfrutan de la urbe. El clima en Oslo aconseja a llevar abrigo en la maleta, sin embargo, durante el día el sol es generoso en sus plazas y parques, invitando a los grupos de jóvenes a esparcirse en los jardines.
La ciudad abraza al mar, y este la baña de aroma salado del agua del norte. El puerto es el centro neurálgico de Oslo. Un puerto reconvertido en área cultural y de ocio en el que se dan encuentro los restaurantes, el edificio de la ópera y los locales donde disfrutar de la cultura noruega. Desde la plaza que da la bienvenida al viajero, situada frente al puerto, se puede llegar con facilidad al resto puntos importantes en la ciudad, como la Catedral, el Ayuntamiento y las decenas de parques convertidos en bosques que hacen de Oslo uno de los destinos más atractivos para viajar al norte de Europa y acceder a la exuberante belleza de la naturaleza de Noruega.
De Estocolmo, la capital de Suecia, hay tres nombres que todos conocemos: Ikea, H&M y los premios Nobel. Si bien, cuando el viajero que llega a Estocolmo descubre que la capital sueca es mucho más que estereotipos.
Estocolmo tiene un particular entramado urbano. La ciudad está asentada sobre 14 islas, unidas por 57 puentes, en una simbiosis entre el lago Mälaren y el mar Báltico. Es imprescindible comenzar el paseo por Gamla Stan, la ciudad vieja y casco histórico de Estocolmo. Su origen se remonta a la Edad Media, al año 1252, como constatan las construcciones y el entramado callejero. Rodeada por las aguas tranquilas del lago y con la peculiar luz septentrional, el itinerario fluvial ofrece estampas de cuentos, con palacios y edificios de torres puntiagudas.
El puente del Parlamento es la entrada más usada por turistas y foráneos para acceder a la isla primitiva. Tras cruzarlo, un edificio de estilo neobarroco, que cuenta con un siglo de antigüedad, nos saluda. Es el Parlamento de Suecia. Tras él, calles adoquinadas siguen un sinuoso trazado que llega a convertirse en un laberinto, aunque es fácil llegar a la plaza Stortorget, el corazón de la ciudad.
Aquí el bullicio es casi continuo, y cuando llega el buen tiempo es frecuente escuchar bandas de música que animan al público y exposiciones al aire libre. Sin salir de la plaza se puede visitar el museo del ciudadano más insigne de la ciudad Alfred Nobel. Tampoco se puede abandonar la plaza sin degustar la gastronomía local. Y en las terrazas que buscan los tímidos rayos de sol hay que echar un trago de “aquavit” con aperitivo de pescado ahumado.
La catedral de Estocolmo es Storkyrkan. En su interior destaca la figura de san Jorge luchando contra el dragón. Muy próximo se encuentra el Palacio Real o Kungliga Slottet, antigua residencia de monarcas. Hoy la visita al palacio permite disfrutar de los cinco museos que alberga en su interior y del cambio de guardia coincidiendo con el medio día.
Copenhague, la capital de Dinamarca. De esta ciudad se dice que es la perfección urbanizada, por su orden, limpieza y los servicios que presta tanto a sus vecinos como a los turistas que deciden visitarla haciendo un alto en sus vacaciones.
Copenhague es famosa por uno de los iconos más fotografiados y reproducidos en las tiendas de souvenir: la sirenita, protagonista del cuento de Andersen. Lo cierto es que hasta llegar a ella hay un agradable paseo disfrutando de palacios, canales y grandes avenidas.
A los muelles Canal Nyhavn se asoman los colores vistosos de las fachadas. Los veleros clásicos entrechocan sus jarcias poniendo sonido a esta espectacular estampa escandinava. Por su parte, la Ópera es sede de la cultura danesa. Es uno de los edificios más importantes y emblema de la nueva Dinamarca, y una excusa perfecta para cruzar el gran canal y tener una vista diferente de la ciudad. El Diamante negro es otro de los edificios modernos, que contrasta con los castillos de cuento de hadas. Alberga entre sus paredes de cristal a la Biblioteca nacional.
Strøget es el nombre de la avenida comercial más importante de Dinamarca, y según los daneses también de Europa. A lo largo de las cinco calles que la forman en realidad se puede acceder a multitud de tiendas de todo tipo, pero sobre todo de moda. Además sirve para conocer lo más concurrido del centro, haciendo una parada en la plaza del ayuntamiento. Y la diversión la pone el parque Tivoli, inaugurado en 1843. Mantiene el encanto de la época y es una excepcional zona de esparcimiento, para degustar los sabores daneses en un restaurante a la orilla del canal y fotografiar algunos molinos y palacios. Desde aquí solo resta un agradable paseo hasta “la sirenita”.