Conocer Lisboa en tranvía
La estampa más típica de Lisboa es la de sus antiguos tranvías eléctricos y funiculares. Son la mejor opción para callejear sin cansancio y un modo económico de desplazarse por la ciudad. Las cinco líneas del casco antiguo se mantienen con el encanto del pasado, aunque en la Plaza del Comercio también los hay más modernos.
Parque de las Naciones
La Expo 98 supuso un auténtico empujón para el país, pero sobre todo para Lisboa. La ciudad tomó presencia en el mundo y se sometió a un lavado de cara. Herencia de aquella exposición es el recinto del Parque de las Naciones. Se encuentra en la orilla del Tajo. Hoy en día es un lugar donde se asientan tiendas de moda, restaurantes y modernos edificios financieros. La nueva imagen de Lisboa.
Jardín botánico
Siguiendo el discurrir del valle, hacia la parte nueva, el Parque de Eduardo VII abre sus puertas. Se trata de un espacio abierto del que destaca la Estufa fría, uno de los primeros invernaderos de Portugal. Desde lo más alto del parque se obtiene una impresionante fotografía de la ciudad con el Tajo al fondo.
Entre fados y bacalao
Bien es sabido que el fado es la música típica de Portugal. En Lisboa se puede disfrutar en muchos establecimientos de una cena y un espectáculo musical. La gastronomía lisboeta está marcada por el mar, aunque su principal ingrediente viene de muchas millas al norte. Los platos elaborados con bacalao son abundantes en los menús, entre otros productos regionales que se dejan acompañar por el son del fado.
El museo del Prado.
El proyecto arquitectónico se inició a mediados del siglo XVIII y supuso la culminación artística de Juan de Villanueva, uno de los representantes del Neoclasicismo español. Situado en el popular Paseo del Prado, cerca del casco histórico y de otro emblemático edificio, la Puerta de Alcalá, alberga una de las colecciones pictóricas más relevantes en lo que se refiere al arte renacentista y barroco europeo. Pintores como Velázquez o Rubens, entre otros muchos, ocupan un espacio protagonista en su interior.
El Palacio Real.
En su construcción intervinieron arquitectos de la talla de Filippo Juvara, Juan Bautista Sachetti y Francesco Sabatini, quien lo concluyó a mediados del siglo XVIII, sirviendo de alojamiento y residencia habitual a Carlos III. Edificio imponente, propio del barroco de influencia italiana, alberga colecciones de muy diversa índole: pintura, escultura o tapicería. Además de estas valiosas colecciones, cabe mencionar el Salón del Trono, los Jardines del Campo del Moro y la Capilla Real, flanqueada por cuatro columnas y un campanario que culmina el espacio arquitectónico.
La Catedral de la Almudena.
Frente al Palacio Real, en la Plaza de la Armería, se encuentra la fachada principal de la Catedral de la Almudena, cuyos orígenes se remontan a la última etapa del medievo. Sede actual de la archidiócesis de Madrid, mezcla diversos estilos arquitectónicos, predominando las influencias neoclásicas y barrocas. En su interior se encuentra el altar consagrado a la Virgen de la Almudena, patrona de la ciudad.
Estas edificaciones combinan escultura, arquitectura y pintura, son obras de arte en sí mismas, testigos privilegiados de un tiempo que acogió a los grandes artistas europeos.
Lisboa
La pronunciación de «Lisboa» es un sugerente adelanto de lo que la capital lusa tiene que ofrecer. Una ciudad unida al sur por dos impresionantes puentes bajo los que el Tajo se despide antes de bañarse en la mar. Mientras que al este maravillosas villas decoran playas y montañas en un idílico paisaje que lleva al visitante al reinado de Alfonso de Portugal y sus querellas con Castilla.
Lisboa de Oeste a Este
Lo primero que se identifica de Lisboa si se entra por mar es la Torre de Belem. Una construcción que hiciera de frontera con ultramar y que bien parece que quisiera navegar en busca de las tierras que conquistaron quienes salieran de su puerto. Precisamente junto a ella, cual proa buscando el Tajo, se alza un monumento en el que se identifican a los conquistadores portugueses.
Un valle para una ciudad
El centro de Lisboa ocupa el valle creado por un antiguo afluente hoy encauzado. De espaldas al río, a la izquierda, empinadas cuestas se pueden salvar en un tradicional funicular. Aunque para vistas las que se pueden observar desde el Elevador de santa Justa. El mirador está situado a 45 metros de altura y ofrece la posibilidad de tomar un café viendo atardecer sobre el Castillo de san Jorge.
Santiago de Compostela
Es indiferente la hora del día que sea o la fecha del año. En Santiago siempre hay peregrinos apostados en la plaza del Obradoiro apoyados en los cayados que le han servido de guía durante sus travesías por la ruta de peregrinación más importante de Europa. Santiago es el final del camino, la puerta de la gloria, el lugar donde se recibe la recompensa. Este hecho le ha valido a la ciudad para ser no solo un destino turístico de vital importancia en Galicia, sino la meca de miles de personas que la tienen como meta de su camino particular.
La Catedral de Santiago domina con sus puntas el entramado de calles gobernadas por el granito y piedras similares. Un laberinto donde es fácil perderse y encontrarse. Las flechas amarillas y las conchas de los peregrinos enmarcadas en paredes y calles sirven de guía para recorrer la ciudad. Dentro del templo mayor hay que llegar antes de la Misa del peregrino para ver danzar al Botafumeiro entre las altas bóvedas bajo las que descansan los restos del apóstol. Para después dejar transcurrir el tiempo con la música de artistas espontáneos que adornan con sonidos la estancia de los viajeros.
Ruta por las Rías Baixas
El recorrido por la costa de Galicia comienza en una de las ciudades más importantes de la región. En la ría más meridional del las Baixas. Vigo abre las puertas de sus mercados de pescados y mariscos, con olores frescos. Una ocasión para degustar las joyas del mar que cada día se ofrecen en el Mercado de O Grove. Después, un paseo por las calles del centro abre aún más la oferta gastronómica, con el pulpo a feira. Pero Galicia no solo es comida. El Camino de Santiago, procedente desde la vecina Portugal, atraviesa la región con los ojos puesto en la Catedral de Santiago. Esta ruta de peregrinos ha traído, también, muchas riquezas a la región y ha permitido que su fama trascienda fronteras.
Estando en la Rías Baixas de Galicia no se puede dejar pasar la oportunidad de embarcar en busca de las impresionantes bateas de mejillones. Estos cultivos marinos son uno de los tesoros y orgullo de la ría. Otro manjar gastronómico que ofrece una tierra fértil y un mar generoso. Y para cuidar el cuerpo, no solo por dentro, sino también por fuera, una visita a la Isla de La Toja. Este balneario natural de salud y vida alberga a una de las primeras fábricas de cosméticos naturales del mundo. Su fama está justificada y su belleza acompaña a las virtudes de sus productos.
Lugares de interés Madrid
Madrid es, sin duda, una de las ciudades más atractivas de Europa. A su ambiente hospitalario y dinámico, se suma una importante oferta cultural y artística, fruto del empuje vital y creativo de sus habitantes a lo largo de los siglos. El Museo del Prado, el Palacio Real y la Catedral de la Almudena son solo algunos de los ejemplos más representativos de una capital que oscila entre la tradición y la modernidad.
Sobre París
París, un nombre tan pequeño para una ciudad tan grande. No importa cuantas veces se haya visitado París, siempre hay algo por descubrir. París es una ciudad de película que engatusa y enamora. Una ciudad que se puede disfrutar tanto de día como de noche. Una ciudad que nunca cansa al visitante.
Siempre hay una primera vez
Descubrir parís por primera vez es un rito iniciático que se puede comenzar en muchos lugares de la ciudad. Pero probablemente lo mejor sea comenzar por sus orígenes. Por la Ile de la Cité. La isla que el Sena atrapa y defiende como un cinturón de castidad guarda la virginidad de una moza. Es el escenario idóneo para comenzar a conocer la «ciudad del amor».