Los mercados
Ámsterdam es una ciudad de mercados. Uno de los más importantes es el mercado de las flores, al final del cual hay una iglesia cuyo interior transporta los sentidos a la época medieval. Pero también es imprescindible el Mercado de las Pulgas, muy cerca del barrio judío. Allí centenares de puestos venden artesanía, útiles diarios, decoración y objetos que en otro tiempo tuvieron otro dueño.
Pedalear por el agua
Por veinte euros es posible alquilar un hidropedal durante una hora. Hay varias estaciones marítimas, por lo que se puede recorrer la ciudad navegando por sus canales. Una buena opción para evitar el tráfico, las bicicletas y descubrir una ciudad que ha sabido aprovechar el agua como ninguna otra.
Los museos imprescindibles
Cerca de la emblemática fábrica de cervezas Heineken, se encuentra el prestigioso Museo Van Gogh. Donde se expone una excelente colección de cuadros del pintor. También interesante es el Museo Judío, junto a la sinagoga. Aunque el más impresionante es la casa de Anna Frank. Donde se conserva el pequeño reducto en que la joven judía pasó sus últimos años escondida de la barbarie nazi.
Descripción de Amsterdam
Muchas ciudades europeas se valen del mar o de ríos para su fundación. Sin embargo, pocas como Ámsterdam han sabido utilizar el agua e integrarla en la red de comunicaciones. Ámsterdam no es la Venecia del norte, es un concepto diferente de canales. En ella los canales están integrados en la ciudad, forman parte de las calles, son parte de la identidad de Holanda.
«X X X»
El nombre de Ámsterdam inspira canales y aventuras por el barrio rojo. Pero el emblema de la ciudad, tres «X», representa los molinos que la rodean y que en otro tiempo servían para drenar el agua de sus canales. Los canales de la capital holandesa se llenan y vacían a voluntad. De hecho una de las cuestiones de que presumen es de que diariamente renuevan la cuarta parte del agua de canalizada, evitando olores. A este modo de entender la ciudad se suma el masivo uso de las bicicletas. Sorprende que en cualquier farola, baranda o rincón haya acumuladas bicicletas. Incluso habiliten aparcamientos de varias plantas donde poder dejar la bicicleta. Ámsterdam es una ciudad diferente, una ciudad embaucadora, cosmopolita y atrevida.
No solo la ciudad del pecado
La capital holandesa es famosa no solo por sus canales y bicicletas, sino también por el Barrio Rojo y las cafeterías en las que se pueden consumir algunos estupefacientes. Pero Ámsterdam es mucho más.
La Estación Central es uno de los mejores lugares para comenzar a conocer la ciudad. Desde aquí es muy fácil optar por alguna de las líneas de tranvías. Alquilar una bicicleta y conocer Ámsterdam pedaleando es otra de las opciones. Aunque también se puede escoger hacer una ruta por los canales en algunos de los barcos turísticos.
Detrás de la estación, al otro lado del río Ij, se extiende la zona nueva de la ciudad. Sobre la orilla destaca la imagen del Instituto Holandés del Cine, el «Ojo», orgullo de los holandeses.
Siguiendo la avenida que se abre paso ante la Estación Central se llega al punto neurálgico de Ámsterdam, la plaza Dam (a la izquierda el Barrio Rojo y a la derecha los “Coffeshop”). Un buen lugar donde degustar alguna de la cervezas nacionales acompañada de patatas fritas, el aperitivo típico. A parte de la columna en homenaje a la nación, destaca de la plaza el Palacio Real y una de las visitas imprescindibles: el Museo de Cera de Madame Tussaud. Es fácil distinguirlo porque en la fachada dan la bienvenida curiosas figuras de cera.
Ámsterdam paso a paso
Siguiendo la avenida principal se llega a Bloemenmarkt. Es un punto de encuentro de canales, calles, bicicletas y holandeses. Muy próximo, a la orilla del río Singel, se encuentra uno de los mercados imprescindibles de Ámsterdam: el mercado de las flores. Decenas de puestos ofrecen flores de todo el mundo, bulbos, plantas... Mientras en la acera de enfrente los sótanos de las casas se transforman en queserías en las que se venden quesos de todos los sabores y colores.
Pero Ámsterdam sobre todo es una ciudad para perderse. Para disfrutar de su peculiar arquitectura, en la que estrechas casas se inclinan sobre los canales pintando sus aguas de colores primaverales.