Al igual que otras muchas ciudades europeas, Berlín nació junto a un río hace casi 800 años. Su imagen actual es el resultado de una pasado con menos claros que oscuros con el que los berlineses son críticos y aceptan como parte de lo que son. La capital alemana hoy en día es una ciudad cosmopolita donde abunda la cultura. Los conciertos, teatros y conferencias son la tónica general en una metrópoli con más de cien teatros y una oferta cultural para todos los gustos. Una ciudad ideal para recorrer a pie, bicicleta o autobús mientras se conocen siglos de convulsa historia y se disfruta de la idiosincrasia alemana.
Un paseo de la mano del Spree
El Spree es el río que cruza la ciudad y en cuya orilla se asienta el núcleo fundacional. Un paseo por Berlín bien puede empezar por el parlamento, Reichstag. Edificio del que destaca su cúpula de cristal, desde la que se pueden ver las sesiones plenarias. Una idea del arquitecto Norman Foster. El parlamento se enmarca en el Tiergarten, un antiguo coto de caza de reyes que hoy día es un importante pulmón de la ciudad alemana, además de un punto de encuentro de los berlineses con ellos mismos y con la cultura, gracias a la abundancia de teatros y museos.
Al casco antiguo se accede por la Puerta de Brandenburgo. De ella destaca la colosal escultura de la diosa de la Victoria sobre una cuadriga de impetuosos caballos. En la plaza, una hilera de adoquines marca el lugar que en otro tiempo ocupó el Muro de Berlín. Los pocos retazos que quedan del «muro de la vergüenza» son hoy reliquias y testimonio del pasado. Una memoria que se puede comprender mejor visitando el Memorial y Museo del Muro de Berlín.
Atravesando los arcos se accede a la avenida Unter den Linden, «Bajo los Tilos». Un museo de arquitectura cuyas obras son los edificios emblemáticos que ocupan las embajadas, administración pública, Academia de arte, lujosos hoteles... Al final de la avenida espera la Isla de los museos. Un enclave comunicado por bellos puentes en los que se conservan algunos de los mayores tesoros egipcios y romanos.
La orilla opuesta guarece al casco medieval de Berlín y da paso a los barrios más modernos de la capital. La plaza Alexanderplatz es una muestra del nuevo Berlín. Una plaza cosmopolita donde hay representación de multitud de firmas de moda y el mejor mirador para ver Berlín desde el cielo. La torre de comunicaciones, con sus 368 metros de altura, muestra una interesante estampa.
Copenhague, la capital de Dinamarca. De esta ciudad se dice que es la perfección urbanizada, por su orden, limpieza y los servicios que presta tanto a sus vecinos como a los turistas que deciden visitarla haciendo un alto en sus vacaciones.
Copenhague es famosa por uno de los iconos más fotografiados y reproducidos en las tiendas de souvenir: la sirenita, protagonista del cuento de Andersen. Lo cierto es que hasta llegar a ella hay un agradable paseo disfrutando de palacios, canales y grandes avenidas.
A los muelles Canal Nyhavn se asoman los colores vistosos de las fachadas. Los veleros clásicos entrechocan sus jarcias poniendo sonido a esta espectacular estampa escandinava. Por su parte, la Ópera es sede de la cultura danesa. Es uno de los edificios más importantes y emblema de la nueva Dinamarca, y una excusa perfecta para cruzar el gran canal y tener una vista diferente de la ciudad. El Diamante negro es otro de los edificios modernos, que contrasta con los castillos de cuento de hadas. Alberga entre sus paredes de cristal a la Biblioteca nacional.
Strøget es el nombre de la avenida comercial más importante de Dinamarca, y según los daneses también de Europa. A lo largo de las cinco calles que la forman en realidad se puede acceder a multitud de tiendas de todo tipo, pero sobre todo de moda. Además sirve para conocer lo más concurrido del centro, haciendo una parada en la plaza del ayuntamiento. Y la diversión la pone el parque Tivoli, inaugurado en 1843. Mantiene el encanto de la época y es una excepcional zona de esparcimiento, para degustar los sabores daneses en un restaurante a la orilla del canal y fotografiar algunos molinos y palacios. Desde aquí solo resta un agradable paseo hasta “la sirenita”.
De Estocolmo, la capital de Suecia, hay tres nombres que todos conocemos: Ikea, H&M y los premios Nobel. Si bien, cuando el viajero que llega a Estocolmo descubre que la capital sueca es mucho más que estereotipos.
Estocolmo tiene un particular entramado urbano. La ciudad está asentada sobre 14 islas, unidas por 57 puentes, en una simbiosis entre el lago Mälaren y el mar Báltico. Es imprescindible comenzar el paseo por Gamla Stan, la ciudad vieja y casco histórico de Estocolmo. Su origen se remonta a la Edad Media, al año 1252, como constatan las construcciones y el entramado callejero. Rodeada por las aguas tranquilas del lago y con la peculiar luz septentrional, el itinerario fluvial ofrece estampas de cuentos, con palacios y edificios de torres puntiagudas.
El puente del Parlamento es la entrada más usada por turistas y foráneos para acceder a la isla primitiva. Tras cruzarlo, un edificio de estilo neobarroco, que cuenta con un siglo de antigüedad, nos saluda. Es el Parlamento de Suecia. Tras él, calles adoquinadas siguen un sinuoso trazado que llega a convertirse en un laberinto, aunque es fácil llegar a la plaza Stortorget, el corazón de la ciudad.
Aquí el bullicio es casi continuo, y cuando llega el buen tiempo es frecuente escuchar bandas de música que animan al público y exposiciones al aire libre. Sin salir de la plaza se puede visitar el museo del ciudadano más insigne de la ciudad Alfred Nobel. Tampoco se puede abandonar la plaza sin degustar la gastronomía local. Y en las terrazas que buscan los tímidos rayos de sol hay que echar un trago de “aquavit” con aperitivo de pescado ahumado.
La catedral de Estocolmo es Storkyrkan. En su interior destaca la figura de san Jorge luchando contra el dragón. Muy próximo se encuentra el Palacio Real o Kungliga Slottet, antigua residencia de monarcas. Hoy la visita al palacio permite disfrutar de los cinco museos que alberga en su interior y del cambio de guardia coincidiendo con el medio día.