México es la tierra donde todo es posible, donde la ficción se vuelve pura realidad y la realidad pura ficción. Y es que México es un país nacido de innumerables existencias y espejismos. Con un pasado indígena y con un presente mestizo e indígena, su futuro y sus posibilidades pertenecen al mundo de la imaginación. México es, en pocas palabras y como bien lo expresara Carlos Fuentes, "la cultura de Quetzalcóalt a Pepsicóatl".
Quien viaja a México realiza un viaje al mundo de la ficción. México no es sólo playas y ruinas, México es sobrecogedores desiertos, altas montañas, azules mares, cautivadoras islas, ciudades coloniales, ríos o selvas, donde la aventura es la nota característica. Todos ellos elementos de realidad, el perfecto cuadro para las míticas costumbres de sus gentes, donde la vida y la muerte presiden cada escena diaria. El resultado de este extraño encuentro es una apoteosis de brillos para asombrar el ojo y conmover el espíritu. México es la diversidad por excelencia, el punto de encuentro entre la realidad y la ficción. Y para muestra un botón: en el Día de Muertos, por ejemplo, se vende en las panaderías "pan de muerto" y calaveras de azúcar y chocolate, además de la instalación de preciosos y elaborados altares en cada hogar con ofrendas para los que se fueron. Porque cada espíritu regresa a la tierra, atraído por los aromas y sabores de lo que en la vida le apetecía más. Para guiarle, desde la tumba hasta la casa, se traza un caminito con "flores de muerto". Los cigarrillos habituales, el guiso y la fruta preferida y botellas de pulque, mezcal o tequila, aguardan iluminados por las velas. Es esta la realidad, nada de ficción, pura verdad.
Si en esta travesía a la diversidad, al color, a la imaginación, a la música, al dulce y al picante y al sorprendente universo de posibilidades que significa México, cruza usted la frontera entre realidad y ficción,no se alarme y siga al pie de la letra el consejo del refrán que dice: "Para todo mal mezcal y para todo bien también".