Todo viaje comienza cuando se cierra las maletas y se pone rumbo al destino a descubrir. En esta ocasión la maleta está menos abultada que en otras ocasiones, pero la mente más abierta que nunca para recorrer los encantos secretos de Formentera, el último paraíso del Mediterráneo.
Formentera quedó aislada de la especulación de los constructores cuando la burbuja inmobiliaria estaba siendo llenada con todo el aire que podían insuflar los promotores. Para acceder a la meridional de las islas pitiusas hay que subir a un barco que no permite el acceso de las grandes hormigoneras ni las grúas que levantan los grandes edificios. Esa peculiaridad ha ayudado a mantener a Formentera en un halo, protegida de las aglomeraciones y con una capa de vida hippie que se conserva a pesar de que quienes protagonizaron la colonización de la isla ya peinan bastantes canas. Formentera ha sido escenario de películas que nos han hecho recorrer los 20 kilómetros que tiene la isla de un extremo a otro. Hemos subido al faro de la Mola y deambulado por sus senderos pedregosos en busca de las playas en las que se han bañado los protagonistas de “Lucía y el sexo”, entre otras cintas antológicas que despertaron el interés por este magnífico destino de vacaciones.