A caballo entre dos mundos que no han dejado nunca de disputarse su gobierno, de dos mundos que siglo a siglo, y van veintiséis, han ido forjándole el carácter a base de desparramar por ella, a escote, sus esencias, Estambul, es el punto de encuentro, la frontera entre oriente y occidente, entre el Islam y el Cristianismo, Europa y Asia.
Ella es la Constantinopla de las mil y una noches de mística ensoñación; la que dio cobijo a la humanidad en su adolescencia, cuando en la inmortal Roma ya ni atinaban a defenderse de los bárbaros del norte; la Bizancio amamantada por tracios, atenienses, espartanos y persas; la asediada por cruzados; la del Imperio otomano; la perla de Atatürk, padre “republicanísimo” de la nación turca.
Viaje a Estambul y poco a poco, con el paso de los días, irá percibiendo cómo, sin saber desde dónde ni por qué, acuden a su memoria imágenes de quienes, tal vez, si los seres humanos tuviésemos la facultad de repetir en esto de la vida, sin duda alguna, habríamos podido ser. Y es que toda ella es una invitación constante a la imaginación. Sigue Leyendo