Egipto – de Cucero por el Nilo

Egipto

El Nilo es una dulce y apacible autopista de circulación lenta que ofrece al visitante la oportunidad única de recorrer por etapas los lugares históricos, hacerse una idea del estilo de vida y de los desafíos del país antiguo, y, al mismo tiempo, para comprobar cuánto le deben aún los egipcios a su río. Un crucero por el río representa una opción memorable para descubrir Egipto desde dentro.

Hay muchos tramos muy interesantes del río para recorrerlos en barco fluvial. Sin embargo, si hay que ser selectivos, hagamos por no dejar atrás algunas joyas de la ribera que han de figurar en la mejor agenda de viaje, sí o sí.

Una ruta memorable en crucero por el río, con fundamental del pasado de los imperios incluido, puede partir de Luxor y concluir en Aswan pasando junto a la localidad de Esna, por Edfu y finalmente por Kom Ombo.

Una ruta de tres o cuatro días, perfectamente combinables con otras a las Pirámides, al Canal, a El Cairo y a los museos cairotas.

De Luxor, que está a unos 200 kilómetros al norte de la primera catarata del río, salen en temporada alta nada menos que trescientos barcos a la semana para seguir esta ruta.

Así, en el punto de salida, ¿qué podemos ver en Luxor? Pues, no hay que perderse:

El Templo de Luxor. Lugar de referencia del culto en el Imperio Nuevo en el tiempo de los faraones Amenhotep III y Ramses II. Columnatas colosales, atrio ceremonial y salas con inscripciones devocionales.

El Templo de Karnak. El templo estaba unido al del Luxor por una avenida flanqueada por esfinges. Dedicado al dios Amón, es el centro religioso más antiguo conocido en el mundo.

El Valle de los Reyes. Lugar de sepultura en hipogeos de los faraones de las dinastías de la XVIII a la XX.

El Valle de las Reinas. Lugar de enterramiento de las reinas y princesas de las dinastías XIX y XX y enclavado al otro lado del río.

Los Colosos de Memnón. Dos estatuas sedentes del faraón Amenhotep III de 18 metros de altura y talladas en cuarcita en bloques traídos desde Aswan.

La siguiente parada de nuestro crucero por el río es Esna, a 55 kilómetros de Luxor. En Esna, no hay que perderse:

El Templo de Jnum. Los restos más antiguos son del siglo XV antes de Cristo, sobre el que se levantó otro posterior dedicado a una triada de divinidades.

Otras visitas recomendables en Esna son su zoco antiguo y los vestigios de una necrópolis del Imperio Medio.

El siguiente alto en el camino de nuestro barco fluvial por el río es Edfu, a 35 kilómetros al sur de Esna. En Edfu, no hay que dejar de ver:

El Templo de Horus. Se trata del templo mejor conservado de Egipto, fue levantado en el siglo III antes de Cristo. Un complejo formado por zonas de culto, salas, habitaciones y almacenes. Sesenta estancias.

No hay que dejar de ver los pilonos de la entrada con sus decoraciones únicas y los espacios dedicados a capillas con sus largas y altas galerías columnadas.

Por lo demás, en Edfu también merecen una visita su necrópolis del Imperio Antiguo y lo que queda del pilono edificado en tiempos del faraón Ramsés II.

La penúltima parada de la ruta es Komb Ombo, a 165 kilómetros del punto de salida en Luxor. En Komb Ombo, hay que detenerse en:

El templo de Sobek y Haroeris. La construcción está muy desmantelada, pero su atractivo hay que buscarlo en la ubicación junto al Nilo, que le da una imagen realmente imponente.

El Museo del Cocodrilo. Está situado contiguo al templo anterior. Momias y esculturas correspondientes al Imperio Antiguo relativos al culto al dios Sobek.

El final de la ruta llega con la arribada a Aswan. En Aswan, se puede destacar:

Obelisco inconcluso. Posible pareja del obelisco laterano de Roma, aún sobre el suelo original.

Museo de Nubia. Un museo local dedicado al país de los nubios y a su cultura.

Mausoleo de Aga Khan. Mausoleo del último sultán egipcio. Imponente por su ubicación.

También merecen una visita la Tumba de la Princesa, el Templo de Knum en la Isla Elefantina, el Museo de Aswan, los Jardines de la Fira y las ruinas del Monasterio copto de San Simón.

Y hasta aquí el relato, que no es todo, sólo es el principio de una realidad sorprendente por descubrir.

La de un viaje a Egipto para dejarse llevar por las aguas del Nilo.

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