Bahía de Cádiz: viaje a una costa milenaria

Cadiz-Caleta

Cádiz. La Caleta. Imagen cedida por www.cadizturismo.com

Fenicios, tartesos, romanos… todos se fijaron en la belleza de la Bahía de Cádiz, en sus costas, contribuyendo cada cultura con un poco del legado al que hoy nos vamos de viaje. Ante nosotros se nos abren infinidad de oportunidades, desde Chiclana, pasando por la Isla de León -San Fernando-, hasta Cádiz, y desde allí en “vaporcito” a las villas marineras de la Bahía.

En anteriores escapadas viajeras realizamos una primera ruta por los Pueblos Blancos de Cádiz que nos llevó a conocer los más bellos e interesantes rincones de la sierra. Posteriormente nuestra inquietud viajera nos llevó por la costa en un recorrido desde Tarifa a Conil con parada en Zahara de los Atunes y Vejer. Ahora volvemos a hacer las maletas para realizar una nueva etapa del viaje por los pueblos de Cádiz e iniciamos la jornada en Chiclana.

Chiclana de la Frontera

Situada en el centro de la costa de Cádiz, esta villa marinera es también tierra de vinos reconocidos por todo el mundo “el chiclanero”. La ciudad tiene dos núcleos bien diferenciados tanto por su urbanismo como por las actividades que en ellos se desarrollan, se trata del centro de Chiclana y la vecina pedanía de Sancti Petri y la Barrosa -playa espectacular donde las haya-.

En el centro de Chiclana el paseo comienza de la mano del río Iro, en un parque a modo de alameda y plaza pública en la que los chiclaneros se encuentran con su río antes de atravesar las marismas. En la orilla sur están las visitas imprescindibles. Nosotros comenzamos por la Oficina de Turismo, probablemente la más original del mundo. Se encuentra en el Museo Marín. Pero quizás eso no sea suficiente para identificar el lugar. Pues bien, debe saber que de esta fábrica artesanal han salido durante décadas las muñecas vestidas de flamenca que han adornado los televisores y muebles del salón de nuestras casas.

Chiclana

Chiclana de la Frontera. Imagen de David Ibáñez cedida por www.cadizturismo.com

Tras el animoso recuerdo entramos en la Iglesia de San Telmo para contemplar La Inmaculada, obra de un discípulo de Murillo. Posteriormente el gentío llama a entrar en el Mercado de Abastos -o Plaza, como se le conoce en esta zona-. Aquí se vende sobre todo pescado muy fresco a precio muy bajo. Una experiencia gastronómica que se puede degustar en los restaurantes de la zona.

Antes de abandonar la antigua villa subimos hasta la Ermita de santa Ana, patrona de la ciudad, cuyo santuario se levanta sobre una loma con vistas a las marismas y toda la comarca. Resulta llamativa su construcción en forma de mezquita, a pesar de datar de comienzos del siglo XIX.

Sancti Petri y la Barrosa

El poblado de Sancti Petri, a unos kilómetros de Chiclana en dirección a la costa, fue hace cuarenta años uno de los mayores focos de pesca de la costa de Cádiz. Ahora sigue siendo un punto turístico importante y el fondeadero de centenares de embarcaciones de pesca y recreo. Las ruinas de las antiguas casas y lonjas son el único testimonio de lo que fue la villa marinera por excelencia de Cádiz.

Playa de la Barrosa

Playa de la Barrosa. Imagen cedida por www.cadizturismo.com

El nombre de Sancti Petri le viene dado por el Castillo de Sancti Petri -san Pedro- situado en un promontorio rocoso al que solo se puede acceder a pie en los días de bajamar escorada. El baluarte servía de defensa hace siglos. Hoy en día alberga un faro, y la restauración permite visitarlo acudiendo en barco hasta él.

El castillo rinde honor a Hércules, del que cuenta la leyenda que abrió el Estrecho de Gibraltar apoyándose en dos columnas, una de ellas situada donde hoy está el castillo.

San Fernando

La siguiente parada obligada es San Fernando, también conocida como la Isla de León. Y lo de isla le viene por un caño de agua salada que bordea la ciudad militar desde la costa atlántica hasta la Bahía de Cádiz. Antes, haciendo de frontera natural con Chiclana, una extensa marisma declarada parque natural nos deja impresionantes vistas. No lo fueron tanto para Napoleón, que se vio retenido al no encontrar paso seguro entre el lodazal.

Salinas San Fernando

Salinas de San Fernando. Imagen de Ignacio Fando cedida por www.cadizturismo.com

Precisamente San Fernando debe parte de su importancia a aquel acontecimiento bélico de principios del siglo XIX. En una España sometida al francés, tan solo el reducto de la Isla y Cádiz se mantuvieron libres y se pudo redactar la primera constitución del reino. Historia aparte, San Fernando es hoy una ciudad con una marcada presencia de la Armada. Que en parte rige al modelo urbano. En lo más alto de la llana villa se encuentra el Real Observatorio de la Armada. Desde donde se tiene excepcionales vistas de la Bahía de Cádiz.

Cádiz

Cádiz es una ciudad “trimilenaria”. Hoy una península comunicada con tierra por una estrecha franja de arena, pero hace tres mil años lo que hoy es la capital de la Bahía eran tres islas sucesivas. El clima y su lugar estratégico le brindaron la importancia suficiente para que todas las culturas colonizadoras se asentaran durante siglos, dejando al viajero que llega a Cádiz la oportunidad de conocer todos sus rincones, que seguro le enamoraran, como cabe esperar de la Tacita de plata.

Cádiz tiene varias murallas, la primera, de Cortadura, marca el inicio del recinto urbano por el sur, abriendo las puertas a la zona más nueva. Hay que hacer un alto en la playa de la Victoria, uno de los lugares preferidos por los gaditanos para pasar las jornadas estivales tomando el sol.

La avenida principal nos hace llegar enseguida a Puerta Tierra, el segundo muro de Cádiz. Antaño era la puerta central la única que permitía la entrada a la Cádiz más antigua. A partir de aquí hay que estar dispuesto a andar para conocer el resto de lo que nos espera en el viaje, que es lo más interesante.

Catedral Cádiz

Catedral de Cádiz. Imagen cedida por www.cadizturismo.com

La única calle con pendiente de la ciudad recibe el nombre de Cuesta de las Calesas. Bajando se llega al Puerto de Cádiz, junto a la Plaza de san Juan de Dios, uno de los puntos abiertos en los que se dan cita propios y extraños. Está presidida por el ayuntamiento. A la izquierda queda la Fábrica de Tabacos, con su característica chimenea. Hoy no salen humos, sino que acoge al Palacio de Congresos, situado muy cerca del Convento de Nuestra Señora del Rosario. Es una de las patronas de Cádiz. Bajo el amparo de los dominicos destaca el retablo de mármol traído en barco desde Génova.

Estamos en el barrio de Santa María, al que da nombre otro de los conventos de la ciudad. A través del torno se pueden comprar los dulces que elaboran las ancianas monjas, que son toda una institución en Cádiz. No muy lejos queda la Cárcel Real, con vistas al Atlántico. Hoy sus rejas están abiertas a la justicia, que tiene aquí su sede principal y archivo.

Siguiendo por el Campo del Sur pasamos ante el Anfiteatro romano, una construcción sacada de debajo de las casas y que atestigua la presencia romana en la villa donde nace la vía Augusta.

Justo al lado la primera catedral, la de santa María, construida bajo el amparo de Alfonso X, el Sabio. Colindante es puede visitar el Museo Catedralicio, con una interesante muestra de arte sacro. La nueva catedral dista unos metros. En la fachada principal se observan claramente los cambios de color entre el mármol blanco y la piedra ostionera -más barata- con la que se terminó. La obra duró 116 años.

Dentro de la Catedral no hay que asustarse de las redes que cubren el techo. La piedra ostionera no es tan resistente al paso del tiempo como el mármol. La torre norte se puede visitar, obteniendo una interesante visión de la Bahía de Cádiz. Y en la parte más baja del templo, en la cripta, también se puede hacer una visita a la tumba de Manuel de Falla.

El recorrido entre intrincadas y sinuosas calles nos lleva a la Plaza de las Flores, con sus característicos puestos y el continuo olor a “pescaito frito”. El Mercado de Abastos está justo al lado. En torno a él -cuya visita es ineludible- cantan los coros tras la final del Carnaval de Cádiz, allá por febrero.

El punto más alto de Cádiz es Torre Tavira. Antaño fue el lugar desde donde se divisaban los barcos en la Bahía y los procedentes del Nuevo Mundo. Actualmente es sede del Conservatorio y cuenta con una cámara oscura que da una visión de 360º de Cádiz.

La visita concluye con parada previa en el Gran Teatro Falla y continuación a un último recorrido por la franja litoral desde el Castillo de San Sebastián -con el único faro de hierro de España-, la tradicional y fotográfica Playa de La Caleta y el Castillo de Santa Catalina.

Nos quedamos con buen sabor de boca y ganas renovadas de volver a viajar a Cádiz, por supuesto con SMS Vacaciones – Viajes a Cádiz.

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