Es difícil perderse en la ruta para llegar a Segovia. La ciudad adorna el horizonte sobre lo que pretende ser una estepa castellana, con las ondulaciones propias del terreno que anuncian a la Sierra de Guadarrama. Y si fácil es llegar a la villa, aún más fácil es ponerse delante del Acueducto de Segovia. Parece que todos los caminos que se dirigen a la ciudad quieren nacer en el acueducto, como los arroyos que nacen de una misma fuente. Así que el viajero se encuentra irremediablemente con la belleza espectacular de una construcción con 2000 años de historia bajo sus arcos.
Tres razones para visitar Segovia
Hay dos razones que me llevan a visitar los lugares que después relato en este blog de viajes. Por un lado la historia y popularidad del lugar. En los destinos me pasa como con los libros, me dejo aconsejar por la crítica, aunque prefiero los clásicos. A lo que se suma otra razón de peso que empuja al espíritu viajero: la gastronomía.
En el caso de Segovia son tres las razones que me llevaron a apuntar a la ciudad como destino preferente: su fama, su gastronomía y su historia. Tres pilares a los que atiende sobradamente la visita.