El desierto y el mar
Túnez es un país de contrastes, de rica cultura y habitantes hospitalarios; un puerto estratégico del Mediterráneo que desde tiempos ancestrales ha atraído a piratas y conquistadores hacia sus costas. Fenicios, romanos, bereberes, otomanos, franceses y árabes, han sido los protagonistas de la vasta historia de esta nación del Maghreb.
Próximo a Europa, Túnez abre las puertas del continente africano con una identidad bien definida, con una visión de futuro hacia el desarrollo, la democracia y el respeto a la diversidad cultural. El antiguo baluarte de Cartago es hoy uno de los más atractivos destinos turísticos de la región debido, en gran parte, a sus agradables temperaturas, días soleados, paisajes de ensueño y amabilidad por doquier.
Un buen bronceado no estaría mal.
Las costas tunecinas atraen a millones de personas durante el período estival. El país posee una excelente infraestructura hotelera y muchas opciones de alojamiento en casas de alquiler. Las playas de Hammamet, Sousse, Monastir, Mahdia o la seductora isla de Djerba constituyen una acertada elección para quienes buscan unas relajantes vacaciones frente al mar. Pero no todo es tranquilidad, en el litoral tunecino sobra la diversión; se puede montar a caballo, pasear en barcos piratas, hacer submarinismo u otros deportes acuáticos. Es posible practicar golf, ir a una discoteca o disfrutar de un paseo en calesa por la playa Boujaafar de Sousse. En fin, todas las playas del país, con su inigualable color turquesa, son visitas obligatorias.
Vida urbana
Desde hace varios siglos, los zocos han desempeñado un rol fundamental en la economía del mundo árabe. Son laberintos donde se puede encontrar prácticamente de todo, y con precios razonables que siempre se pueden negociar porque el regateo forma parte de esta cultura. Los mercados son centros de intercambio y de encuentro, que entre bazares y sonidos de gratas melodías orientales, invitan a conocer el corazón de cada ciudad tunecina. El extranjero puede adentrarse sin vacilación en las callejas abarrotadas de comerciantes y olores exóticos, que traen a la memoria los cuentos de “Las mil y una noches” entre coloridas cerámicas, artesanías de todo tipo y de alta calidad, tejidos únicos, vestimentas tradicionales y vendedores ambulantes de té.
El país tiene muchas ciudades interesantes. La capital, Túnez, es un centro cosmopolita donde se entremezclan pasado y modernidad. El visitante puede recorrer la medina y sus mercadillos disfrutando de una activa vida social, degustando los sabores de la cocina local o admirando la variedad de estilos arquitectónicos. El Museo del Bardo, las ruinas de Cartago y Útica, o la bellísima villa de Sidi Bou Said, mezquitas y catedrales, galerías de arte, teatros, cines y escuelas de danzas tradicionales, forman parte indisoluble de la vida de los capitalinos. Asimismo, Kairouan, cuna del Islam en África, es una ciudad maravillosa que ha crecido alrededor de una de las mezquitas más sagradas de esta religión. La localidad es famosa por su dulces típicos, las bellas alfombras y la calurosa bienvenida de los locales. Y hablando de confesiones, Túnez posee uno de los centros de peregrinación judía más antiguos del mundo, la Sinagoga de la Ghriba, a la que cada año acuden miles de judíos y turistas.
Entre datileras y oasis paradisíacos.
El Sahara tunecino es espectacular. A medida que el visitante se acerca a las urbes sureñas comienza a admirar un interesante contraste. Un paseo sobre el lomo de un dromedario o en coches 4×4, un sueño bajo las estrellas o la adrenalina del rally, el desierto lo tienen todo para conquistar. Desde las curiosas casas bereberes en las rocas, hasta los escenarios de filmación de películas archiconocidas como “La Guerra de las Galaxias” o “El paciente inglés”, las zonas áridas de Túnez producen fascinación. El hechizo de las dunas va más allá, y obliga a disfrutar de oasis vírgenes y a saborear los mejores dátiles del mundo. La profesionalidad de las agencias encargadas en este tipo de turismo garantiza seguridad y experiencias inolvidables.
Túnez, al ser un país pequeño y con mucho que descubrir, es el pretexto ideal para una escapada. Su clima es ameno, su gente es cordial y la tradición culinaria es divina. Es un país seguro, no existe riesgo sanitario alguno y simplemente, es magnífico para vivir a plenitud.