Teruel: un viaje de leyenda y pasión

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Teruel.

Teruel ha ligado su nombre al de una leyenda de amor, “los Amantes de Teruel”. Hoy te proponemos una ruta, una visita guiada, un viaje a un Teruel moderno y cosmopolita que no pierde de vista la leyenda romántica, sus fiestas, su gastronomía, sus gentes, su cultura y su legado arquitectónico mudéjar, declarado Patrimonio de la Humanidad. Pero Teruel no solo es una ciudad para jóvenes enamorados. Dinópolis es uno de los destinos predilectos para viajar en familia, proponiendo una ruta que nos traslada a miles de años atrás, cuando esas tierras estaban gobernadas por los dinosaurios.

Guía turística para descubrir Teruel

¡Teruel existe! Rezaba el cartel que presidía la manifestación con la que los turolenses llamaban la atención a la Administración, que parecía hacer oídos sordos a sus reclamaciones. Claro que existe. De hecho existe desde hace miles de años, no como Teruel, pero sí como uno de los lugares con más dinosaurios de Europa, o al menos donde mejor se encuentran sus huellas y fósiles. Así lo constata el mega parque temático, mitad museo, mitad centro de atracciones, Dinópolis.

En nuestro viaje a Teruel vamos a empezar precisamente por Dinópolis, por la era de los dinosaurios y vamos a avanzar en el tiempo hasta el patrimonio más novedoso de la ciudad, haciendo una parada obligada para conocer la historia de los Amantes de Teruel.

Hace mucho, mucho tiempo…

Hace millones de años los dinosaurios poblaban lo que hoy se conoce como Teruel. Las tierras yermas y páramos rocosos eran parte de la costa, según nos dicen el paleontólogo que hace de guía en nuestra visita a Dinópolis. En 2001 el Gobierno de Aragón puso en marcha la iniciativa de reunir en un solo lugar toda la riqueza paleontológica de la provincia, construyendo junto a la ciudad de Teruel, en el polígono Los Planos, un parque temático de atracciones con vocación de museo. Hoy día varios millones de personas han pasado por Dinópolis, que ha extendido sus recursos por toda la provincia y tiene otros seis centros más dedicados a los dinosaurios.

Este centro de entretenimiento y aprendizaje está pensado para mostrarles a los niños la historia de esta región de la península ibérica, pero también para que los mayores disfruten como niños, quizás por eso sea un destino predilecto que lleva a las familias a pasar las vacaciones en Teruel.

“Esto era antes una playa”, nos dice el paleontólogo ante la mirada atónita de cuantos asistimos a sus explicaciones. Algo incomprensible ante la vista de terreno secano que se extiende por doquier. Pero tiene un argumento irrefutable, tres pares de huellas de dinosaurios que se suponen llegaron a la orilla, bebieron y se volvieron. Se desconoce si eran del mismo animal, de qué especie se trataba y si fueron simultáneas o transcurrieron miles de años entre cada una de las pisadas. Lo que sí sabemos es que el dinosaurio que las hizo era más alto que cualquiera de nosotros. Sus caderas estaban a un metro y medio del suelo.

Con la imagen de la huella en la retina descubrimos que en Teruel hubo un dinosaurio pariente del monstruo del lago Ness. Eso cabe pensar por la apariencia del animal, que vivió en el mar de Tethys, como se ha denominado a la masa de agua que cubría a gran parte del bajo Aragón. Los movimientos de las placas tectónicas hicieron surgir a la actual Teruel del mar, dándole su perfil geográfico característico y brindándole un patrimonio milenario. Una tierra en la en otro tiempo anduvieron los dinosaurios más grandes del mundo. Entre ellos el Turiasaurus riodevensis, con cerca de 40 metros de alto y otras tantas toneladas de peso. Sus enormes huesos fosilizados datan su existencia hace 145 millones de años, en lo que hoy el pueblo de Riodeva.

Dinópolis ha conseguido ligar magistralmente ciencia con diversión, ofreciendo una estancia en un parque temático que es lo más parecido a “Parque Jurásico” que podemos encontrar en el mundo. Pero ha conseguido algo más, ha sido un revulsivo para la ciudad de Teruel que ha ganado miles de visitantes y hoy ofrece una interesante vida cultural de la que tomar nota.

Antes de abandonar el parque entramos en la exposición-atracción “El último minuto”. Una alegoría del espacio de tiempo que ha ocupado el ser humano en el Universo si consideramos el tiempo desde el Big bang concentrado en un solo día. Siendo así la gran explosión se produjo a las 00:00:00 A las 22:30 aparecen los dinosaurios, cuyo reino llega a su fin una hora y cuarenta minutos después. Siguiendo las agujas del reloj los acontecimientos hasta las 23:49, cuando aparecemos los humanos. Y en los últimos segundos la historia de amor que ha marcado a Teruel, la de sus amantes, Isabel de Segura y su enamorado Juan Martínez.

La leyenda de los Amantes de Teruel

Cuenta la historia que a principios del siglo XIII, un joven llamado Juan Martínez de Marcilla se enamoró de la única hija de un rico de la ciudad. Isabel de Segura le correspondía en amor, pero tenía miedo de que sus padres se enteraran de la aventura e hizo saber a su joven enamorado que debía conseguir dinero para ser digno yerno de su padre.

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Torre del reloj. Teruel.

El joven, ciegamente enamorado de Isabel, le hizo la promesa de cruzar tierra y mar para hacerse rico, y que volvería para desposarse con ella tras cinco años. Así lo convinieron los dos y Juan marchó.

Estando la joven en edad de merecer matrimonio, su padre insistía en que pretendiera varón. Ella, consciente de su promesa, hizo esperar a su padre cinco años. Transcurrido el lustro sin noticia de su amado, no pudo poner otra excusa a su padre, Pedro de Segura, y casó con un apuesto noble.

Un tiempo después volvió el joven Juan Martínez a Teruel, supo de la boda y fue hasta donde vivía el matrimonio. Allí le pidió a Isabel un beso de amor, que ella le negó por dos veces. Por la pena el joven murió allí mismo. Enterado el marido llevaron al joven a darle sepultura a la iglesia de san Pedro. Isabel, reconcomida por su negativa y aún enamorada de Juan, quiso besar su cadáver antes de que fuese enterrado. Fue hasta donde se encontraba y en presencia de las dolientes le besó en la frente, muriendo en el acto.

De su historia de amor sabe hoy todo el mundo y tanto emocionó a las gentes de entonces que convinieron unirlos para siempre allí donde ambos sellaron su amor.

El mausoleo de Los Amantes de Teruel reproduce el amor eterno de estos jóvenes en sendas esculturas yacentes obras del escultor Juan de Ávalos. Isabel y Juan aproximan sus manos sin llegar a tocarse en una capilla adosada a la iglesia de san Pedro, donde ambos recibieron sepultura.

Cada 14 de febrero, Teruel celebra con fiestas la leyenda de los Amantes de Teruel, entregando a las parejas que cumplen las bodas de oro una medalla.

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Panorámica de la Plaza del Torico. Teruel.

Del Teruel mudéjar al modernista

El río Turia acaricia a Teruel al pasar. Próximo está el Acueducto de los Arcos, una obra de inspiración francesa concluida en el siglo XVI. El acueducto da entrada a la ciudad permitiendo realizar una ruta por el rico patrimonio mudéjar de Teruel y las más recientes obras modernistas.

La Catedral de Teruel es una visita obligada. En otro tiempo se llamó de santa María de Media Villa. Data de la época de los Amantes y está considerada como la “capilla sixtina” del arte mudéjar. El exterior muestra una coraza de ladrillo labrado, destacando la torre mudéjar. En las pinturas de sus casetones no decoran estampas de santos, sino escenas de la vida medieval de caza, torneos, música… Un libro abierto sobre la época.

Ineludible es también pasear por la plaza del Torico, epicentro de la ciudad y en cuyo acerado se encuentra la Fuente del Torico, símbolo de Teruel. Cerca, en la calle Ramón y Cajal, podemos descender al subsuelo de la ciudad para visitar uno de sus aljibes medievales. Volviendo a la superficie miramos hacia arriba en busca de las torres próximas que nos indican la dirección para ir a los templos más importantes de Teruel, tras la catedral.

El más antiguo de los templos turolenses es la iglesia de san Pedro, en cuya capilla anexa descansan los Amantes de Teruel. Destaca su torre, gemela a la de la catedral, con sus siete lados terminados en torreones octogonales. Muy próxima se encuentra la torre mudéjar de El Salvador, por cuyos bajos atraviesa una calle. La misma que lleva a La Escalinata, camino de la estación. Dentro de la iglesia homónima se venera la devota imagen del Cristo de las Tres manos. Gemela a la torre de esta iglesia es la torre de la iglesia de san Martín. Se dice que se construyeron en tiempo récord para conquistar el amor de una muchacha llamada Zoraida, aunque su historia no es tan apasionante y conocida como la de los Amantes.

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Albarracín, provincia de Teruel

El Teruel más modernista tiene obras de arquitectos que fueron discípulos de Gaudí. Las más representativas están en el claustro de san Pedro, la iglesia del Carmen y el colegio de san Nicolás. También hay varias casas modernistas, aunque no tan modernas como construcciones posteriores con escasa suerte y acogida por los vecinos de Teruel, como el paseo del Óvalo o el más reciente centro social de la plaza Domingo Gascón.

Teruel, sin duda, es un destino que todo viajero debe destacar en su agenda, pero no solo la capital aragonesa, sino también los pueblos y villas de la provincia: Albarracín, Alcañiz, Calamocha, Híjar, Mirambel, Rubielos de Mora o Valderrobles, por destacar algunos. Así como el patrimonio natural de la región. Todo recopilado en la oficina de turismo de la provincia de Teruel.

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