Hay muchas formas de viajar, y una de ellas es teniendo como guía a los nostálgicos faros, que sirven de referencia a los navegantes y de miradores a los viajeros de tierra. A fin de cuentas, dos modos de viajar y conocer nuevos lugares. Uno de esos lugares a los que al menos hay que ir una vez en la vida es Almería. Pero no vamos a realizar una visita como solemos hacer en este blog de viajes, sino que hoy proponemos descubrir Almería desde sus faros: el faro de cabo de Gata, Mesa Roldán, Sabinal y punta de Baños. Cuatro anfitriones de lujo para un viaje excepcional.
Faro del Cabo de Gata
A un lado la playa de Ancón y al otro la cala de las Sirenas, con su correspondiente arrecife. Son los dos compañeros permanentes del faro de cabo de Gata. No se puede decir que sea el más meridional de la península, pero sí el que marca el fin sur en la provincia de Almería y su espectacular Parque Natural de Cabo de Gata, del que es imposible no enamorarse.
El farero de cabo de Gata puede decir que trabaja en uno de los lugares más privilegiados de Andalucía, tierra que nos apasiona recorrer. 20 años lleva el hombre ocupándose de que esta linterna marítima, y alguna más de la zona, prendan cada noche con su grupo característico de destellos.
La edificación data del siglo XVII, cuando los faros distaban mucho de ser lo que son hoy. Por aquel entonces recibía el nombre de Fuerte de san Francisco de Paula (en honor del navío homónimo que quedó hundido para siempre frente a sus aguas), también se le llamado del Fuerte del Corralete. Aún hoy se conserva parte de la construcción original, en la que por supuesto no estaba el faro, que se encendió por primera vez la noche del 30 de abril de 1863 con el aceite de oliva como combustible de la lámpara.
Desde su mirador se distingue a diestra y siniestra el arrecife de El Dedo, cuyo nombre alternativo vamos a ahorrar por ser algo malsonante. También quedan a la vista el arrecife de las Sirenas, la playa de san Miguel, el Charco y las Amoladeras. Tres lugares en los que bañarse en las aguas únicas del cabo y disfrutar del sol (aunque con prudencia). Para quienes busquen más intimidad se pueden declinar por las calas de Raja y Carbón.
Del protagonista de nuestra primera parada de este viaje por Almería a través de sus faros podemos decir que no es muy alto, menos de 20 metros, aunque lo compensa por su localización, a los pies de un imponente acantilado. Su vestimenta blanca contrasta con la cúpula azul, que de noche alumbra toda la zona al paso de su haz, que según el farero lleva funcionando sin apagarse desde la nochebuena de 1990.
A los pies del faro de cabo de Gata el Mediterráneo se vuelve azul turquesa, algo a lo que contribuyen las praderas de posidonias que abundan en la zona, y que hacen de este enclave un destino privilegiado para practicar el submarinismo.
Faro de Mesa Roldán
Para ir a nuestro siguiente alto en el camino debemos poner rumbo norte y pararnos justo antes de Carboneras, en la meseta de Mesa Roldán que le da nombre al faro de Mesa Roldán. A primera vista un hermano de nuestro anterior protagonista. Por si fuera poco los dos comenzaron a funcionar el mismo año, pero en días diferentes. Este la última noche de 1863 o la primera de 1864, si se prefiere. Aunque su propósito es sensiblemente diferente, pues el faro de Mesa Roldán media con su luz nocturna entre el cabo de Gata y el cabo Tiñoso.
Llegar hasta el faro nos lleva a pasar por una playa de desafortunado nombre, la playa de los Muertos. Suerte que al llegar al mirador que domina nuestro faro la vista sustituye a cualquier nefasto pensamiento, y también la propia playa, considerada una de las más bonitas de esta costa (quizás también por lo inaccesible). Ante nosotros otra fortificación acoge a otra de las linternas que marcan el contorno de la península en la ribera del Mediterráneo. El origen de la construcción incluía la torre que hoy se corona con la cúpula y óptica del faro. Si bien su propósito primitivo era la de servir de torre vigía para la artillería.
Tampoco es muy alto el faro de Mesa Roldán, el segundo que visitamos en Almería, pero la meseta en la que se encuentra le permite ser visto desde varias decenas de millas náuticas de distancia. El acantilado suma 200 metros de altura, marcando el fin de las tierras semidesérticas y teñidas de ocre de esta región del levante almeriense.
A los pies del faro encontramos la cala del Castillo y la cala de Sorbas. Y algo más alejada la playa de los Muertos (por los numerosos naufragios), tras la punta homónima. Lo difícil del acceso, que solo puede hacerse a pie, la hizo famosa hace décadas, cuando se ganó la fama de playa nudista.
Cuenta el farero que según consta en las notas históricas del faro que en 1934 se dio un episodio insólito en estas latitudes. En una noche de rudo invierno, con temporal del norte, una capa de nieve se apoderó de los cristales enfrentados al viento, ocultando durante horas la luz de navegación a los buques que navegaban rumbo sur. Por aquel entonces la lámpara utilizaba petróleo y necesitaba dos hombres a turno para su vigilancia. Suerte que en 1972 se modernizó y se instaló la actual linterna eléctrica automática.
Faro del Sabinal
Difícil acceso tiene el faro de Sabinal, precedido por una explanada de marismas y un mar de invernaderos al fondo de las cuales se distingue mínimamente la esbelta torre. Suerte que es alta (32 metros), más hasta los fareros que debían realizar el mantenimiento les resultaba complicado llegar antes de que se asfaltara la carretera.
El faro del Sabinal, eso sí, está en un enclave privilegiado una vez que se llega. En un parque natural que poco tiene que ver con el resto de las tierras secas de la comarca. Por contra, el faro se encuentra rodeado de marismas y aves acuáticas que levantan tímidamente al vuelo al paso del coche que nos lleva hasta esta nueva parada en nuestra ruta por los faros de Almería.
El de Sabinal es uno de los faros más recientes de Almería. Data de 1926. Viene a ser el sustituto del que se construyó en 1863, pero con una diferencia de 400 metros tierra adentro. Pues a su predecesor lo engulló el tiempo y el mar. Algo que este parece soportar, e incluso se mantuvo de pie tras el terremoto de 1956.
El paraje, sin duda, es espectacular, con la sierra de Gádor de fondo y el manto de marismas que casi roza el horizonte y lo excluye de cualquier atisbo de civilización, más que la antena a modo de torre Eiffel con la que comparte recinto. El viajero tiene la sensación de estar rodeado de naturaleza, de un vergel bañado de mar, que lo refresca y le da vida. Una sensación de amplitud, pues a parte del faro, nada supera el metro de altura en centenares de metros a la redonda.
Faro de punta de Baños
Nuestra última parada por los faros de Almería no resta importancia, pero su originalidad, construcción y enclave, bien merecen una mención aparte, pues este no es un faro al uso.
El más moderno de los faros de Almería es el faro de punta de Baños. A penas cuenta con una veinte de años, desde su inauguración en 1992, cuando aún había oposiciones a farero. Desde luego la construcción no tiene nada que ver con la forma de los tradicionales faros, sino que más bien parece sacado de una muestra de arte contemporáneo. Con su única luz alimentada por energía solar asomada a una suerte de trampolín, como si fuera un gran candil, el faro de punta de Baños es probablemente el más original de la costa peninsular española. 22 metros de altura y frente a él un peligro para la navegación, y no solo por su nombre, el bajo de Culo de Perro.
Con este curioso faro concluimos nuestra ruta que nos ha llevado a descubrir Almería desde la costa, desde sus faros, ofreciéndonos paisajes y experiencias dignas de recordar. El viaje continúa y sigue siendo posible gracias a las ofertas viajeras de SMS Vacaciones.