Islandia, un bello territorio inhóspito (2ª parte)
Vuelvo sobre mis pies después de haber realizado una ruta que me ha llevado a conocer los más bellos paisajes del este de la isla. Ahora me espera Reykiavik, la capital de Islandia, donde vive un tercio de la población del país, y después una ruta por el norte que me llevará a praderas de tundra, fiordos y enormes glaciares que han cincelado sobrecogedores paisajes y se dejan acariciar por las auroras boreales.
Reykiavik
«La bahía humeante» fue el nombre que le dieron los primeros colonos que pusieron los pies en la que hoy es la ciudad más poblada de Islandia. Sus casas bajas y coloridas dan vistas a una lengua de mar que acoge a un puerto de incesante tráfico de barcos, tanto ferris como pesqueros, su principal actividad comercial. Una zona sometida al poder de la naturaleza, en la que los géiseres son abundantes y el sol tiene un extraño comportamiento. A estas latitudes solo asoma tímidamente sobre el horizonte cuatro horas al día en invierno, mientras en verano las noches se hacen interminables, siendo sustituidas por una luz blanca, que da nombre al mayor festival de cultura de Islandia.
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