La tunecina isla de Djerba es clasificada normalmente como la más grande de las costas del África septentrional, aunque hablando con propiedad, es una ínsula: hay una estrecha calzada de siete kilómetros que la comunica con el continente. Tiene una rica historia: colonizada por fenicios, cartagineses y romanos, perteneció a los vándalos, a los aragoneses y a los bizantinos, fue refugio de los piratas berberiscos, y objeto de los ataques de las tropas españolas de Carlos V. La tradición dice, también, que fue la isla de los lotófagos en la que recaló Ulises en la Odisea: un lugar en el que los nativos se alimentaban de una hierba mágica que hacía desaparecer los recuerdos.
Con algo más de quinientos kilómetros cuadrados, Djerba es actualmente un destino del turismo de lujo. Además de su rica historia, sus argumentos para serlo son sus bellas playas (tiene un litoral de 125 kilómetros), su estupendo clima, y la belleza de la vegetación, que llevó a algunos a llamarla El Jardín del Mediterráneo. Sigue Leyendo