La tunecina isla de Djerba es clasificada normalmente como la más grande de las costas del África septentrional, aunque hablando con propiedad, es una ínsula: hay una estrecha calzada de siete kilómetros que la comunica con el continente. Tiene una rica historia: colonizada por fenicios, cartagineses y romanos, perteneció a los vándalos, a los aragoneses y a los bizantinos, fue refugio de los piratas berberiscos, y objeto de los ataques de las tropas españolas de Carlos V. La tradición dice, también, que fue la isla de los lotófagos en la que recaló Ulises en la Odisea: un lugar en el que los nativos se alimentaban de una hierba mágica que hacía desaparecer los recuerdos.
Con algo más de quinientos kilómetros cuadrados, Djerba es actualmente un destino del turismo de lujo. Además de su rica historia, sus argumentos para serlo son sus bellas playas (tiene un litoral de 125 kilómetros), su estupendo clima, y la belleza de la vegetación, que llevó a algunos a llamarla El Jardín del Mediterráneo.
Houmt Souk y Midoin, las joyas de la corona
Houmt Souk es la ciudad más poblada de la isla. Es un lugar de gran interés para el turismo histórico: en ella se encuentra la Mezquita de Sidi Brahim el Jamni, del siglo XVIII, con un diseño austero y sencillo pero hermoso en su simplicidad. Por otra parte tenemos la Mezquita de los Extranjeros, del mismo siglo pero con un estilo muy diferente, llena de cúpulas y con un minarete de gran hermosura. La llamada Mezquita de los Turcos conserva tumbas otomanas. Dejando algo de lado las mezquitas, el Museo de las Artes Tradicionales es una visita imprescindible: conserva una colección muy completa de bellas joyas árabes y judías (la isla tiene una comunidad hebrea que ha permanecido aislada del resto de la población durante siglos), cerámica, trajes tradicionales y otros objetos.
Entre los atractivos de la ciudad se encuentran también los Hamman, los baños turcos de vapor. El horario está segregado por sexos, los hombres entran por la mañana y las mujeres por la tarde. Houmt Souk es también famosa por la alta calidad de su alfarería, que podemos comprar en la zona del puerto.
La ciudad de Midoun, la segunda en importancia, destaca por su animado mercado de los viernes, la mezquita de Jemaa Fadhloun, y un extraordinario molino de viento de tres siglos de antigüedad.
Fortalezas árabes, paisajes de Star Wars y barcos hundidos
Otro lugar muy popular para las visitas es la fortaleza árabe de Borj el Kebir, donde tuvo lugar una famosa batalla entre los turcos y los españoles de Felipe II. Actualmente, en la fortaleza se encuentra una exposición permanente de los objetos recuperados del campo de batalla.
También podemos visitar Ménix, donde se conservan los restos de antiguas cisternas y edificios romanos, el museo de Lalla Hadria, que se encuentra dentro del parque temático Djerba Explore, o el Fuerte del Escorpión (Borj El Akrab), en el Sur de la isla, construido, según dice la tradición, por un príncipe para encerrar en él a su hijo, del que una profecía decía que moriría de picadura de escorpión. Uno de los méritos menos convencionales de Djerba es haber sido escenario de las películas de Star Wars. Muchos fans de esta saga de ciencia-ficción peregrinan a la localidad de Ajim, Mos Eisley en la ficción.
Por otra parte, para los amantes del buceo, la isla ofrece innumerables atractivos, entre ellos grutas submarinas y barcos hundidos de la Segunda Guerra Mundial.
Una isla llena de templos y de antiguas tradiciones
Algunos llaman a Djerba la Isla de las Mezquitas, y, con más de doscientas en un territorio tan pequeño, el apelativo está bien traído. Una particularidad de la isla es que la mayoría de los templos tienen almenares bajos. Aunque en su mayoría son edificios sencillos, cada pequeña comunidad tiene una mezquita con particularidades arquitectónicas únicas que tardaríamos años en conocer. En las zonas de la costa, su construcción se asemeja a la de pequeñas fortalezas: en tiempos pasados servían de refugio y atalaya ante las incursiones de los piratas o los invasores cristianos.
La mayor parte de la población de Djerba es de orígen bereber y sigue conservando su lengua, que se mantiene sobre todo entre las mujeres por contraposición al árabe, empleado por los comerciantes y funcionarios. Fruto de esta herencia, la isla conserva tradiciones muy particulares: los matrimonios tradicionales, los menzel (un tipo de construcción de granja), el tengam, un personaje de raza negra que recorre las aldeas en Ramadán, el boussadia, un músico y cantante itinerante…